"Yo no sé hablar como todos, mis palabras suenan extrañas y vienen de lejos,

de donde no es, de los encuentros con nadie.

¿Qué artículos de consumo fabricar con mi melancolía a perpetuidad?"

Alejandra Pizarnik


lunes, 29 de junio de 2009

La Luna es Gato

Al gato y al ratón te dije que jugaríamos, Luna. Al gato y al ratón.

A que te cojo, bendita palidez, a que te cojo; te lo dije, Luna.

Miau, Luna, Miau; te maullé, carajo, recuerdo que te maullé.

Que tonto he sido en cortejarte…

Claro, si la noche mira encima de su hombro y vos sos el ojo de la noche avistando con desprecio a sus perseguidores.

Luna, vos tan fría…

Es que de tanto que te miro, he pensado:

¿La Luna hecha hombre?, ¿La teta y la Luna?

Femeni… NO. Masculi… NO, Tampoco.

A la final he resuelto: La Luna es un Gato.

Sí Luna, te he visto recorriendo los tejados. La Luna es gato, por eso se entretiene con sus amos.

Amantes que cortejan a la Luna, recuerden antes de alistarse en el juego: De ratona no tiene ni la cola, la Luna es gato y por eso la maroma viene siendo otra.

Si la ven aterrizando no duden en sacarle el cascabel, pero no se acerquen demasiado, que como los gatos tiene garras, unas estacas congeladas que le clava a los amantes en el pecho.

La Luna, sí señoras, sí señores: La Luna es gato. Y por eso, yo que me trepo en los tejados también, yo que soy gato, la miro y me voy pensando en lo fatídico de su orgasmo, en tantas noches que me he entregado a su abrazo. No mujer fatal, ni hombre en destellos; gato, digo gato… miren la cicatriz del amor que le tengo, una cortada en el pecho que no sangra por el hielo. Y yo, que les digo que soy gato, de ratón me quedó la cola.

miércoles, 24 de junio de 2009

Ay, Este Azul.

“¡Ay!, este azul que les quiero contar cómo fue, por momentos se queda en mi piel, ilustrándome el paisaje aquél… ¡Ay! este azul, sólo quiere quedarse en mi voz como un duende mojando mi envés, este azul es un niño, tal vez” Ay, Este Azul - Pacho Cabral


I got the blues, es como se dice en ingles que se está triste, como melancólico. Por eso el Blues, y quizá también por eso Janis era tan triste, si vivía escuchando Blues día y noche hasta que se quebró. Su vida y su Blues Cósmico. Se quebró toda, pero quién diría, si siempre se la veía entre carcajadas. La bruja cósmica.

Qué bien suena esa expresión: I got the blues. Es como ponerse todo azul. Uno se imagina así y como que se le viene toda la nostalgia del mundo encima, todo el cielo pesa sobre uno.

I got the blues… algún día escuché decir a alguien que la nostalgia era un sentimiento enfermo pero muy fértil. Tenía razón. Los mejores poemas que he leído fueron escritos con la luz apagada, el sombrero colgado, llorados a lágrima viva como diría Girondo.

“¡Llorar todo el insomnio y todo el día!” Llorar a lagrima viva – Oliverio Girondo.

Debo confesar que me dan esos estados ocasionalmente. Es ridículo a veces, y sí, hasta enfermo. Se siente uno como una mierda de un momento a otro. Por cualquier cosa, por las cosas más patéticas que se puedan imaginar.

Y no es sentimentalismo, que me lo explique algún psicoanalista, pero sé que no es sentimentalismo.

A mamá le da ganas de llorar cuando escucha un redoblante sonar. Papá es todo un cangrejo encostrado, pero después de sus guaritos se vuelve todo blando y hay que decirle que se le quiere al viejo, si no resulta diciendo que la única que lo aprecia es la perra y se le salen las lágrimas. Mi hermana se queda dormida en los cines, pero siempre despierta en la parte más triste de la película, y sin saber que pasa se pone a llorar.

“Oh sit there, oh count those raindrops. Oh, feel ’em falling down, oh honey all around you” Little Girl Blue – Janis Joplin.


Que sentimiento más raro. A veces se vuelve más complejo. Entonces uno como que está sonriendo y se le riega el azul. Va uno todo tranquilo por ahí y escucha Summertime: ‘Honey, nothing’s gonna harm you’. Y uno sabe que es así. Nada, nada le va a hacer daño a uno. Y luego empieza la Joplin como arruyando: ‘Na, na, na…’, y dice ‘don’t you cry’ cuando uno ya está todo empapado.

Sí, que vaina tan hermosa, tan azul, pero ni siquiera oscuro. Como el Saudade en el portugués. Es una mezcolanza de todo un poco. “Saudade es la mirada perdida en el pasado, prendida a los recuerdos, es la nostalgia –que es un verbo, nostalgia es un verbo, todos lo sabemos- y un poco más, un poco de no se sabe bien qué cosa”. (Click aquí para leer Saudade (Sau-da-yi) por Lucas Vargas y Sierra)

No sé por qué escribo esto. Desde anoche estoy como azul, y con este sol ¡qué contraste!. Es como la bandera de este país, primero amarillo, luego el azul… Al amarillo se lo roban, pero quien quiere cargar con el azul de otro. El rojo… dejémoslo ahí.

Decía entonces que estoy azul, I’ve got the blues. Me entró nostalgia por algo muy personal. Lo contaré resumido para no extender más este escrito que se ha tornado sentimentalista y patético.

Cuando era niño mamá me ponía un cassette de Mercedes Sosa, una canción en especial: ‘Duerme Negrito’, y a mí me parecía que era la canción más triste y tenebrosa que pudiera existir. Que la mama está en el campo y no le pagan, que si no te duermes viene el diablo blanco y ¡zas!, te come la patica. Anoche la volví a escuchar después de mucho tiempo. Recuerdo que la escuchaba mucho y para acabar de ajustar, justo después de esa canción venía ‘Alfonsina y el Mar’. ¿Será de aquellos tiempos que se me viene pintando todo de azul?

Bueno, será ponerme a recordar mis cosas favoritas, apretar el botón de Fast Forward y escuchar otra vaina.

Aquí les dejo, a viva voz de la cantautora argentina, ‘Duerme Negrito’:

domingo, 14 de junio de 2009

A Medellín

Es la sangre la que mantiene estas montañas en pie.

Caminando las comunas me he preguntado:

¿Qué sería de Medellín sin sus muertos, si son ellos los que coagulan esta tierra?

Mujer, que parís hijos y los asfixias con tus mismos muslos.

Si de tanto besarte terminamos intoxicados, todos rodando por la trinchera que es tu rio, que cada día se parece más a esa cueva entre tus piernas, por la que siguen los malnacidos saliendo.

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La pintura es 'Mi Nacimiento' de Frida Kahlo.

lunes, 8 de junio de 2009

Leslye

El siguiente texto hace parte de un trabajo final que presentaré en la U. El tema central es la homofobia y estoy recogiendo historias de personas que día a día -o noche a noche-, tienen que cargar con que su gusto sexual o identidad de género sea una marca en la frente. Lesly* es sólo una historia de las tantas que esconde esta urbe en sus montañas. Espero lo disfruten y si tienen algún aporte, alguna crítica o comentario será gratamente recibido. Si además quieren compartirme experiencias u opiniones estoy abierto.


Leslye


'Gods of Earth and Heaven' Joel-Peter Witkin

La calle Barbacoas en el centro de Medellín tiene forma de paréntesis, un paréntesis abierto sobre un renglón eterno, la avenida Oriental. Es una puerta a una ciudad que se esconde tras la ciudad. Hay bares a lado y lado de la calle. Todos se conocen en ese lugar, todos se han visto, por eso cuando entra una cara nueva son muchos los que voltean a examinar al nuevo espécimen.

A ella la veo tras un teléfono público, de esos rojos que hay en todas las esquinas de Medellín. No tengo las agallas de acercarme, hay un brillo de recelo en sus ojos. Entonces voy a comprar un par de cigarrillos mientras se aproximan dos damitas a la misma tienda. Al escucharme hablarles dan dos pasos atrás, se excusan por no tener tiempo para una charla, la noche las espera, pero me contactan con la del teléfono.

Me presento, se presenta: Mucho gusto, Leslye*. Las pestañas recubiertas de rímel, tiene los ojos como los de María Barranco y la boquita pintada de un fucsia pálido parece la de Victoria Abril. Sería fácilmente una chica Almodóvar.

Mide sus palabras, sus maneras parecen las de esas señoritas que se colocan la servilleta en el regazo y dan tres golpecitos a la taza del té antes de sacar la cuchara. Junta sus manos de uñas largas y desmaquilladas. Su pelo es naturalmente castaño con un tinte artificialmente rubio, si la vez de frente parece un pavo real porque tiene su cabello recogido y detrás de su cabeza salen mechones disparados hacia arriba. Lleva un vestidito negro, de esos de cuello extraño que van tapando un hombro y el otro lo dejan al descubierto. Leslye tiene sus medias de colegiala, unos zapatos deportivos, el vestidito a media pierna y un caminar decidido; si no, le hubiese sido imposible llegar a Medellín donde vive hace cuatro meses en un apartamento, sola. Nació en Bogotá, se fue a buscar su pedazo de mundo a Manizales y resultó en esta urbe, que según ella es más abierta.

Dieciséis años y ya fuera de su casa. Lo que pasó fue que a Leslye le tocó jugar una doble vida: la que ella soñaba y la que ellos querían. Por lo mismo que abandonó el Ballet Folclórico dejó a su familia, “a uno le toca sacrificar algo, a mí me tocó sacrificar a mi familia para buscar la felicidad”. Ella quería usar sus vestiditos y bailar mientras su hombre le daba giros por la pista, pero su familia no, jamás aceptarían que el nene de la casa se convirtiera en mujer, y en el ballet seguiría jugando el rol de caballero.

“Claro que a uno si le gustaría aplicar todo eso que aprendió en el colegio”, ¿pero cómo?, sólo encontró dos caminos: “travesti que no está en la calle es peluquera”, lo dice segura de haber agotado muchas posibilidades. “O imagínese yo ir así a la universidad”.

Aquí no hay lugar para personas como Leslye. Sí, digo personas y recuerdo hace un tiempo que caminaba con alguien cerca a Villa Nueva, era de día y el sujeto que me acompañaba al ver a una de estas damitas paradas en una esquina dijo: “Ay no, por Dios, ¿pero qué es eso?”; a lo que respondí: Eso es una persona.

Hace veinte días que no ‘putiaba’, me cuenta Leslye, que porque estaba comprometida. Que más razón para hacerla una persona que eso tan humano de enamorarse. Pero no, el tipito la dejó, entonces ella volvió a su rutina. Se levanta, arregla el apartamento, se enfrenta al incuestionable espejo que de día le muestra una cara que sólo toma condición de rostro cuando Leslye maquilla al que no quiere en ella y lo vuelve la nenita que realmente soñó ser.

Sale entonces a la noche, con sus pasos decididos. Muchos la saludan, otros la llaman a gritos como sus compañeras nocturnas -las mismas que me la presentaron-, las que también han optado por buscar en la noche el pedazo de vida que se muere de día. Entonces entra a algún lugar, se liga a quien ella quiera. “Ellas –las otras travestis- tienen sus culazos y las tetas, pero yo tengo la juventud”, dice, y con eso se defiende, con eso obtiene lo que quiere.

Aunque no siempre es así de fácil, me dice. A veces le toca protegerse, porque no faltan los hombres que se demoran en descubrirla. Entonces las caricias de antes se vuelven agravios hasta que ella salé de la habitación buscando refugiarse de nuevo en la calle.

Los peligros aguardan en los encuentros nocturnos, aunque no se debe culpar a la noche por sus malos hijos. Las situaciones son distintas, puede que esta noche traiga grandes sorpresas pero también podrías encontrarte en la cama con la muerte. Una ruleta rusa, el que te seduce en el bar puede ser un verdugo disfrazado de cardenal, te invita a una copa, luego a otra, llegan a tu apartamento y de ahí no recuerdas nada más, sólo que la tierra ha quedado atrás.

Leslye relata, con un tono de ya haberse acostumbrado a los golpes, que a veces la policía la agrede a ella y a sus compañeras, con “ese aparato que lo electrocuta a uno, ¿cómo es que se llama eso?”, El Táser, Leslye, o Tábano que llaman; un arma que funciona con pulsos eléctricos, su uso no se permite dentro de la policía. Entonces me cuenta que a una amiga de ella si le ha tocado ‘guerriarla’ en la calle, no me dice el nombre, pero me habla de una vez que a su compañera un policía le daño el ojo con el bolillo.

Está apurada, sé que debe irse, lo último que me dice es que a veces es difícil para ellas hablar con los demás. No sólo con ‘los normales’, supongo que se refiere a los heterosexuales, sino también dentro del mismo ambiente. Hay lugares donde no se les da entrada a los transgénero, sitios de encuentro LGB que excluyen al grupo T con avisos que promulgan “Bar libre de travestis”. Seguramente Leslye irá en busca de algún nene para salvar la noche, amenizar su vida, mientras Barbacoas sigue como paréntesis abierto que aguarda tantas historias como pesares, sin más cierre que el que llega con la madrugada.

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*Nombre modificado por seguridad de la fuente.

jueves, 4 de junio de 2009

Plegaria I

No quiero encontrar el margen de mi hoja.
Ahora pongo yo el prohibido: Que no me prohíban.

Que no me limiten, por favor,
Que no me limiten.

Que no me encierren,
No me encasillen.

Que no me digan que son mentiras mis verdades,
Que son tan mías.

Que no hace falta volar tanto, no me lo digan.
Que no me digan que me caiga, que me caigo.

Que no me multen por cada sueño,
Por las rosas que aún espero,
Por creerme lo que no les creo.

Que no sancionen mi escala de vida:
Primero amor, Luego la muerte.

Que no me copien, que no me peguen.

Que no me olviden, que no me nieguen.

DIXI

lunes, 1 de junio de 2009

Hijos de la Noche

…Y Después de todo, es la oscuridad ese lugar sin sombras…

Escucho a alguien decir: “Gracias a los noctámbulos no se han robado la ciudad”. Entonces pienso en ellos, los buenos hijos de las tinieblas, los encargados de eliminar las sombras porque en la oscuridad no las hay.

Pero no se debe culpar a la noche por sus malos hijos que quieren amenazarla, amanecerla. Si dependiera de esos diurnos intrusos, esta ciudad ardería para perpetuar el día y volvernos esclavos de las sombras que con él llegan.