"Yo no sé hablar como todos, mis palabras suenan extrañas y vienen de lejos,

de donde no es, de los encuentros con nadie.

¿Qué artículos de consumo fabricar con mi melancolía a perpetuidad?"

Alejandra Pizarnik


lunes, 8 de febrero de 2010

Las Formas del Vacío

Lo que habita entre palabra y palabra son las formas del vacío. La distancia que separa un átomo de otro es un agujero del tamaño del silencio, de la ausencia, del olvido.

Las formas del vacío moran entre parpadeos, en la bocanada de aire antes de invocar o decir lo que apena. Lo que vive en esa ausencia son mil ojos ciegos, orificios donde reposa un dios muerto porque está en el olvido. Son las tumbas de los ausentes, los alaridos de los dolientes, lo que no pronuncia la lengua se queda allí, en las formas del vacío.

Lo que habita entre palabra y palabra: las formas del vacío, la duda al pensar lo que se dice, el impulso de decirlo sin pensarlo, el temblor, el escalofrío, el vahído de un espasmo.

De esas formas del silencio se derraman los gritos que hemos de proferir, es de allí donde se avienta la palabra que vendrá tras la antes pronunciada. Cada palabra trae su silencio del que se arroja la siguiente. Cada palabra y su ventana, cada palabra y su vagina, pariéndose en sucesión de gritos y afonías.

Invirtiendo la formula, lo que habita entre silencio y silencio son entonces palabras mal dichas, palabras perforadas, vocablos agrietados. Ante la imposibilidad del habla, del intento del más pequeño poema, queda el consuelo del vértigo al aventarse de un vacío, pronunciarse y tropezar con otra brecha por la que aventarse nuevamente, para volver a ser mencionado, y así hasta caer de bruces al punto último del escrito y encontrar que también este tiene cara de ser un hueco.

viernes, 5 de febrero de 2010

El Espejo

-Hay quienes dicen que todo se parece a su dueño. Por eso hay casas tan ataviadas como los señores que las habitan, y sus mujeres al mismo tiempo tendrán cara de venado cazado y convertido en trofeo. Dicen que los animales terminan por parecerse a sus amos, que adquieren características que los semejan. Pero me he estado preguntando, qué será de nosotros.

Me mira el hombre como sorprendido, no tanto por encontrar que un extraño le haya hablado de nosotros con tanta propiedad, como viejos conocidos, sino porque no usara la muletilla del clima o las próximas elecciones para entablar conversación. Sin embargo, contesta:

-Tendremos cara de calle.

-O carrera- añado.

No sé cuánto pasó hasta que se me ocurrió decir:

-Los muchachos en las esquinas parecen grafitis. Hay perros con cara de callejón sin salida y gatos con la fisiología de los tejados. Niños en la calle con cara de alucinados, porque pertenecen a sus amigos imaginarios. Y las putas son tan sólo dueñas de sus tacones de hebilla, hebillas tan gastadas por el uso que se abren al mínimo toque, como las piernas.

-Lo ve, de ser así ha obtenido su respuesta: cara de algo también tenemos. Tarde o temprano todos encontramos nuestro soberano, algo terminará consumiéndonos y en agradecimiento, nosotros acabaremos pareciéndonosle.

-Un momento, que me he confundido. Pero quien decide su amo o su esclavo. Quiero decir, ¿es la rata de alcantarilla o la alcantarilla de la rata?

-Poseer es un verbo en doble vía. El patrón termina atado a su esclavo. El amo saca al perro y el perro arrastra al amo. La joya es del dedo, pero el dedo se acostumbra a la joya.

Pienso que este hombre tiene cara de pesadilla. Tiene los ojos muy hundidos, y los cachetes, pero su boca es como si estuviera en constante grito, como si se absorbiera por todas partes y luego intentara botarse por la boca pero no le saliera; como en las pesadillas.

-Usted tiene cara de perro persiguiendo su propia cola- le digo-, de dar vueltas en el mismo sitio y nunca detenerse.

-Mi profesión es la de relojero, ha de ser por eso.

-Entonces tiene la cara del tiempo. Si las manecillas tuvieran ojos también tendrían ojeras, como usted. Usted es entonces una manecilla andante, y aunque se ha detenido en este lugar no ha parado de hablarme. Aún su segundero camina en su mente y el minutero en su boca y usted sólo espera que le llegue la hora para cambiar de sitio.

-Pero si ha sido usted el que me ha puesto charla- dice indignado.

-Yo sólo le he dado cuerda. Y a todas estas, ¿de qué tengo cara yo?

-Usted es un animal raro, muy raro, un caso perdido. Un loco de parque, un descarado.

-No, cara de algo debo tener.

Se levanta del asiento, camina tres pasos, se vuelve hacia mí y dice:

-Me hace perder usted el tiempo. Es usted el que ha estado dando vueltas en el mismo punto.

Ese es el problema con el tiempo, pienso, que odia verse consumido, derrotado, perdido. Y entonces su solución, para no perder su titulo del que todo lo destruye, es aventar su ira sobre el espacio. Se enfrentan espacio y tiempo, lo que termina por envejecer a uno y entristecer a otro por perder su gobierno sobre algo. Como el amo, como el esclavo, condenados a su relación de mutuo sometimiento.

-¡Pero qué tarde está!- grita.

-Le ha llegado su hora. Pero antes, dígame la verdad: de qué tengo cara.

-Usted tiene la cara de los espejos y esos no tienen gobierno. O por lo menos cambian muy a menudo de dueño, ponen cara de lo que se les pare enfrente. Tiene usted razón, me llegó la hora, buena tarde.

Poco le entendí ese cuento de los espejos, pero tampoco quería seguir dando vueltas sobre el mismo asunto. De suerte que se sentó una mujer en su lugar, una astrónoma, pero lo de ella fue otra historia que comencé más o menos así:

-Yo te diré lo que somos: todos somos estrellas…

miércoles, 3 de febrero de 2010

Arcano del Día: La Muerte

La vida es un gato arañándome la pierna para que juguemos, el resto es muerte. Muerte: un helicóptero sobrevolando la ciudad, un vacío en el dedo donde debe ir un anillo, una casa habitada por un ausente. Muerte el globo que escapa del niño, el grito del niño, una bola de helado en el pavimento.

La vida es un gato que juega cuando le viene en gana, el resto, ya lo he dicho, pertenece al terreno perpetuo de las Moiras. La una teje, la otra enrolla, la tercera deshilacha la madeja que las otras han hilado; como los gatos...

¡Un segundo! Que es un gato el que insiste en hacerme creer que es la vida y me invita a jugar.

lunes, 1 de febrero de 2010

Algo Duele

Sí, volví. Volví porque me duele. Volví porque todavía tengo cosas por decir. Volví porque aún tengo plazo y licencia. Volví, sí, ya lo dije, porque 'a mi también me duele'.

Algo Duele

en la palabra retenida
y en la que ha sido dicha

algo en las venas
en las arterias
algo en doble vía
duele

en el cerebro
en las neuronas
en las ideas
duele

en la boca
en los dedos
en los dedos cuando los muerde la boca

en los huesos
en los huecos
en lo amputado
algo también duele

algo en el sexo
en el espasmo
tal vez

en el dolor
algo duele.