"Yo no sé hablar como todos, mis palabras suenan extrañas y vienen de lejos,

de donde no es, de los encuentros con nadie.

¿Qué artículos de consumo fabricar con mi melancolía a perpetuidad?"

Alejandra Pizarnik


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domingo, 11 de abril de 2010

A Woman Left Lonely

-A Darkbantha y a Janis Joplin-



De hastío se va llenando también la noche. De palabras retenidas por silencios coagulados. En el día la apetencia, en la sombras la abstinencia. Y las jornadas la van endiosando, envejeciendo, hostigando.

En la radio, o en mi cabeza, no sé muy bien donde se encuentra la mujer que grita:

A woman left lonely will soon grow tired of waiting.
She'll do crazy things on lonely occasions.


De mareas trastornadas, remolinos perturbados, de palabras verticales pronunciadas por un sexo enardecido; se va vaciando la noche de inaudibles maullidos.

Makes a touchy situation
when a good face come into your head.

Y así las fiebres de la noche irán quemando a una mujer abandonada, entretanto en la radio se atropellan los vocablos horizontales de una muchacha que va llegando a pedazos hasta mi cama.

viernes, 1 de enero de 2010

CARTA DE RENUNCIA

Me gustan los viajes por carretera, debe ser algún gen que quedó incrustado de mi papá. Mi papá trabajó mucho tiempo de camionero y no es raro que sea capaz de nombrar en orden de ida y venida los pueblos de muchas carreteras de este país. Me gusta, me gusta mucho cuando la carretera está vacía y la música se va regando a cada kilometro. Me gusta pensar que también yo me deshago y que las líneas entrecortadas y amarillas del camino quedan unidas por mis pedazos. Me gusta mirar por la ventana e inventarme historias, pensar en lo complicada y accidentada que puede resultar la geografía colombiana y que por eso no es raro lo que sucede en este país. Pensar también en que para vivir en este pueblo hay que tener muchas guevas o, mejor dicho, ser un guevón. Pensar en que quizás la cosa cambiará y al instante siguiente estar a carcajadas por los pensamientos absurdos que alguien tan absurdo como yo podría tener.

No sufro mareos, las curvas peligrosas no me afectan –mis gustos son muy distintos-, y estoy acostumbrado a los carteles de depresión a 100 m. Aprendí que el amor huele a polilla estrellada contra parabrisas, porque a eso me olió la primera vez que amé a alguien y me fui de viaje muy lejos. Se estrellaron tantas polillas esa noche, tanto me regué en la carretera, otro tanto fue a dar al mar. Lo peor es que después toca limpiar el vidrio y es como recordar todo eso que a uno le duele adentro y que creía ya hace tanto estrellado y muerto.

Siempre quise viajar, soñé mi vida robando un carro y escapándome, corriendo de la policía y dejando cuentas sin saldar en los restaurantes y hoteles a lo largo de la carretera. Así fue que nació Ángel, y también de la pregunta: ¿Qué habrá al final de una carretera?

Tomar un auto, encenderlo como los ladrones en las películas y hit the road, honey. Y de pronto no soltar el acelerador y dejarse llevar por las curvas y no importar donde llegar. Y qué si se extiende toda una existencia, y qué si mi vida es la carretera y mi final el mar…

Y Ángel, Ángel era mi compañero de viaje, Ángel se montaría como un completo extraño a mi auto… Ángel sacaría su cuerpo por la ventana del carro en movimiento mientras afuera llueve, y cuando estuviera de nuevo sentado en el asiento, justo a mi lado, tendría pequeños puntos rojos por los golpes de la lluvia… y Ángel sabría hacer fogatas y contar historias de espantos que acechan en las carreteras... a Ángel le gustarían los días grises…

Pero acontece que las carreteras de este país conducen a lugares comunes y desgastados… los espantos en la carretera se visten de verde y se hacen llamar Eroes… los lagos donde tomaría baños cada vez que se recalentara el carro están ahora secos o cuajados de sangre.

(A veces tengo la sensación de que dentro de mi cabeza hay un cumulo de sangre duro y gris, sí, sangre gris porque está muy triste… y cuando no soporto el dolor en mi cabeza, en el coagulo por cerebro que tengo, me tomo un anticoagulante y todo el gris se me riega por el cuerpo)

Pero ahora todo me resulta absurdo. Absurdo es una de mis palabras favoritas. Absurdo es el devenir que ya pasó, absurdo el pasado que ha de venir, absurdo el presente que ya no está y los instantes que se consumen sin piedad. Absurdo lo que hago y lo que sueño. Soy incoherente, ni yo me entiendo cuando hablo de peces que no son peces y de mujeres que son ciudades y se engullen a sus hijos en el preciso instante que los paren, de selenitas que tienen cúmulos estrellados en la espalda y mujeres que nunca he tocado.

Absurdo hacer mías palabras que otros pueden usar mejor. Otros tendrán historias más interesantes. Yo sólo soy un muchacho… un miserable sin miseria, en realidad, un miserable por sentirse miserable y no serlo. Comencé esto por mi miedo a gritar y que no me saliera nada de la garganta, ahora me salió y no me gusta como suena. Otros tienen que gritar porque deben hacerlo, lo mío quizás sea sólo un capricho. Hay otras cosas en que pensar y no en absurdos.

Y con todo esto lo que quiero decir es... mejor dicho, quiero detenerme. Quiero congelar esto en este instante. Que si alguien lo encuentra y le apetece pueda aprenderse cada hoja, palabra e imagen que exista en este pedazo de ciberespacio. Que si a alguien le sirve, pues aquí estará y es limitado.

No puedo, no me nace. Lo siento…

Terminé el 2009 a mi manera, por la carretera. También se estrellaron muchas polillas esta noche, pero esta vez me dolía otro lugar cerca del hígado. Algo sucedía allá afuera, detrás de las nubes... Ángel muere cuando dos balas se le incrustan donde deberían ir sus alas... y es absurdo, patético, insoportable.

Y no quiero pensar en nada. De niño practiqué natación, patinaje y otra cantidad de cosas; todas las dejé empezadas. Tengo esa mala costumbre. El horóscopo dice que se debe a que mi signo, Cáncer, es cardinal y solemos comenzar muy animados y apaciguarnos fácilmente. Pero sinceramente, una idea ha estado rondando mi cabeza esta noche, y tan sólo quiero detenerme...

Feliz año.

Stop...

(quizá después dé la vuelta al cassette)

jueves, 10 de diciembre de 2009

Epístola de los miedos

A Esteban, por su-puesto...
“Recibe este rostro mío, mudo, mendigo.
Recibe este amor que te pido.
Recibe lo que hay en mí que eres tú.”
Alejandra Pizarnik

Lo que me inspira el papel, el puro hostigamiento de su olor, es el miedo a dejarlo impoluto, virgen. Tengo miedo, y como Alejandra, me oculto en el lenguaje para poder aquietarme, para encontrar el silencio que con la palabra llega.

De pronto frente al papel el miedo se escurre, o al menos se arropa debajo de los bordes filosos de alguna palabra oportuna.

Lo que me inspira tu tacto, el mismo acoso, el mismo miedo de no atreverme a temblarla.

“En la noche a tu lado
las palabras son claves, son llaves.
El deseo de morir es rey.

Que tu cuerpo sea siempre
un amado espacio de revelaciones.”


Así que no huyas, muchacho, no corras, no te le escapes a mi lenguaje, ya te lo dije: tu lógica es la de la palabra misma, y la mía la de quien se atreve a redundarte en un intento de invocarte.

Tantas veces la jaula se hace pájaro y no sé qué hacer con el miedo que se vuela, el miedo de intentar re-encarnarte en esta carne de palabras tan desprovista de tacto, cómo dibujarte “con estos dibujos malos”. Tantas veces el miedo, la "niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia". Tantas veces el del grito en ascenso de un niño que ha desasido su globo.

“¡oh quédate un poco más entre nosotros!”

Esta verdad mal dibujada con la mentira de la palabra, hoy, tómala, tuya en tu aniversario.