"Yo no sé hablar como todos, mis palabras suenan extrañas y vienen de lejos,

de donde no es, de los encuentros con nadie.

¿Qué artículos de consumo fabricar con mi melancolía a perpetuidad?"

Alejandra Pizarnik


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sábado, 30 de mayo de 2009

Benedetti a voces

En días anteriores publiqué un escrito en homenaje al Poeta Mario Benedetti. Pero ese Señor, con Mayúscula, Mario el eterno Benedetti, merece mucho más. Por eso, algunos estudiantes de periodismo de la Universidad de Antioquia le dedicamos un espacio a este Señor Poeta. Esto hace parte del programa De la Urbe Radio, lo pueden sintonizar todos los viernes y sábados a las 12:30 a.m. El dial es 1410 a.m.



domingo, 17 de mayo de 2009

A Mario (∞) Benedetti

Me enamoraron con Benedetti, yo mismo enamoré con Benedetti, incluso me enamoré de ese señor: Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia.

Algún fulano llegó recitándome Tactica y Estrategia, el típico, y resulta que ese fulano también era de los típicos: Lo recitó, le seguí, me dejó –por un zutano-. Al segundo lo abandoné después que me declamara Repaso Histórico, ahora supongo reposa con su último mengano.

Luego me llegó el turno, le entregue todos esos poemas ajenos a mi Mengano preferido, hasta que el amor se formalizó, hasta que los informales se enfriaron.

Imposible no recordar tantas cosas que me despierta Benedetti, y hoy que se ha ido y nos ha dejado tanto, quiero dejar este escrito para que ese señor alargue la inmortalidad que ya se ganó.

Hoy me quedo con mis dudas: si mi mengano no regresa ¿Qué sucede con este fulano?; seguro te estarán resolviendo las tuyas, ya debés saber si dios es mujer, seguro que el tuyo lo es. Como también Cristo habrá resuelto la suya de por qué le tocó nacer en el año cero de la era cristiana.

Con Benedetti aprendí a dudar, a saber que a veces las razones tiene un signo de interrogación al final. Ese señor me llenó los paréntesis que nadie ha logrado llenar, me hizo enfrentarme duramente al espejo, hacer una pausa y cantarme las verdades sin llorar mentiras. También que la culpa siempre es de uno cuando no enamora… y tantas otras cosas.

Me quedo con el otro que eras, Mario Benedetti. Ese otro que cargó con los adjetivos que le pusieron los molestos estudiosos de la lengua. Rompiste modelos, tu tinta se salvó tras ser perseguida, hasta que hoy tus intestinos no pudieron más, como el hígado de dios que le duele desde la inquisición.

Te dejaste tocar, viejito, te tocó la vida como al bandoneón. Eras tango y lo sabías, eso es lo mejor, que lo sabías. Y te cantaron... Sólo hoy te dejan descansar en tu estuche, pero tus notas retumban la eternidad.