"Yo no sé hablar como todos, mis palabras suenan extrañas y vienen de lejos,

de donde no es, de los encuentros con nadie.

¿Qué artículos de consumo fabricar con mi melancolía a perpetuidad?"

Alejandra Pizarnik


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viernes, 10 de septiembre de 2010

El Primer Hombre II


Un mundo anómico.
No nombre, no ley;
sólo el asombro.

Dibujaba bufalosontes, renatobroncos, ornitosaurios en las paredes de su pequeño refugio. La piedra afilada, el temblor en la mano, quizás un primer asomo de excitación intelectual provocó la herida.

Un no sé qué fluía por su primitiva mano aferrada aún a su prehistórica brocha. El asombro, antes puesto en el mundo fuera de la caverna, ahora situado en él.

Flageló su otra mano sólo para comprobar que también proveía el líquido. Luego cortó su pecho, su abdomen, sus muslos.

¡Todo un río dentro de él!

…alcanzó a firmar sus garabatos apoyando sus manos contra la piedra.

(ver el Primer Hombre I)

miércoles, 1 de septiembre de 2010

¡Cállese Lacan!

“Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios”
Oliverio Girondo

Fragmentado como este escrito, que no pretende más que ser un ejercicio de talkin cure, o más bien, writing cure. Necesidad de sublimar. Fragmento, fractura, las piezas no cazan tan bien por todas las fisuras y el pegamento entre ellas. Fractal, un espejo enfrentado a su gemelo, una versión de eternidad, la misma historia que se repite, se repite… un teléfono descolgado… eterno retorno a blanco y negro, en sepia, luego a color, para que al menos algo se altere. Como para no morir de hastío, como el pobre Casafús.

Geográficamente mal ubicado, eso está claro. Siempre ando por ahí, donde no soy y por donde no es.

“I’m one of those melodramatic fools, neurotic to the bone, no doubt about it”

Dibujo sombrillas en los vidrios empañados, ya sea porque me recuerdan al Pretendiente de Caicedo –“Si pego la frente al vidrio dejo también charquitos de aliento”-, o al pintalabios de Marciana mientras se la cogen en un sucio bar al que asiste gente que se siente muy heavy porque se leyó Ópio en las nubes, o porque vi Le fabuleux destin d'Amélie Poulain, lo que me convierte –en suma-, en un ser excéntrico, tan diferente -como los demás-, o a la manera janisjopliana: “I'm one of those regular weird people”.

En resumen, resumiéndome: la redundancia de la primera persona del singular, en un lugar común, en tiempo presente. Un cliché.

La frase ya sabida, tantas veces repetida, el doble de olvidada. Y su rumor en el aire:

-Aimer, c'est donner ce qu'on n'a pas à quelqu'un qui n'en veut pas.
-Cállate, Jacques.

La misantropía alimentada por pensarnos tan distintos:

“La única manera de atrapar un lobo es a la manera de los esquimales, pero pocas personas lo saben. Cuando un sitio es muy apartado y no hay manera de salir a cazarlo, porque salir significa perecer, se hace del mismo animal la trampa. Se entierra de mango un cuchillo en la nieve, bien visible y untado de sangre fresca. El lobo acude enloquecido por el olor, comienza a lamer la hoja afilada y, ebrio de su propio sabor va tajándose la lengua y emborrachándose de placer con su sangre; termina exhausto en la nieve, desangrado, presa segura de un astuto cazador. Te quería decir con el relato de esta conversación, que el asunto amistad, a la postre, no pasa de ser el cebo de un cuchillo tentador y brillante, en donde encontramos nuestra esencia y sucumbimos gustándonos. ¡Amistad!, Inari, sólo es una identificación entre los defectos de unos y otros: esa afinidad exacta entre la sangre del cuchillo y la sangre del lobo, es sólo comparable con nosotros, pese a que desconocemos cuándo hacemos de cuchillo o de lobo. Nos buscamos precisamente por considerarnos diferentes y superiores, haciendo a un lado la realidad: ¿sabes cuál? La realidad de nuestra debilidad, que hace necesario que nos unamos para hacer una masa compacta y estrecharnos duramente para no sucumbir. Es duro reconocerlo, pero somos personas normales”

Fanny Buitrago, El Hostigante Verano de los Dioses.


-Aimer, c'est donner ce qu'on n'a pas à quelqu'un qui n'en veut pas.

Seres en falta. Pisoteados, con la ropa sucia de huellas mnémicas: el olor del croissant, las bombas de helio escapando, la nariz hundida contra la almohada de la madre, el sonido de un redoblante, la sensación del vello incipiente al tacto; si acaso una figura a contraluz por la persiana que existe tras ella (él).

Y todos compartimos lo mismo, lo que no tenemos a quienes no somos. La tarjeta de crédito siempre a la mano para obtener algo que no será nuestro por el simple hecho de no comprarlo con lo que nos pertenece. Al final, el reporte a las entidades financieras. No habrá más préstamos.

A veces cuchillos, a veces lobos. O ranas, o nadie:

Soy nadie. ¿Tú quién eres?
¿Eres tú también nadie?
Ya somos dos entonces. No lo digas:
lo contarían, sabes.

Qué tristeza ser alguien,
qué público: como una rana
decir el propio nombre junio entero
para una charca admiradora.

Emily Dickinson

miércoles, 18 de agosto de 2010

6:00 a.m.

A lo mejor salió temprano para realizar una diligencia que sólo él podía hacer, pero se quedó ahí, esperando.

Signo: Aries, quizá. Es el más oportuno para el día de hoy. “Arcano de cambios y viajes. El trabajo puede ser una labor desgastante. El dinero fluirá. En la salud debe cuidar los huesos y la piel. El amor lo sentirá distante y alejado”.

Todo concuerda con la escena: cambios, viajes. Se ve cansado, es cierto, además se acostó ahí a esperar. Sus papeles están dispersos a su lado, el dinero fluye en un charco, porque llueve y él está lejano, distante. No es más que un cadáver, nada que cuidar.

A lo mejor salió temprano para realizar una diligencia que sólo él podía hacer. Ahora espera que alguien la tramite por él. No será necesario expedir el certificado de defunción personalmente.

______________________________

Necesidad de sublimar, volatizar. Pero hay pendientes demasiado escurridizos.

miércoles, 28 de julio de 2010

Un semáforo en rojo el día de todo al revés (tres pensamientos inútiles)



I

¿Un abismo temiéndole al vacío?

¿Un precipicio acrofóbico?

II

El metro y los ácidos, dos viajes que nunca deben mezclarse. Se corre el riesgo de convertirse en un asesino en potencia o escribir un mal cuento con un titulo psico/misan-trópico; ignorando la etimología.

III

Un semáforo en rojo el día de todo al revés.

Y usted es un buen ciudadano, eso está claro, queda demostrado en su certificado electoral; la factura de los servicios públicos cancelada a un día de vencer y los avisos de aquí están invertidos sus impuestos se lo confirman.

Sí, usted es una persona correcta -¡tan correcta!- y el semáforo está en rojo.

La ciudad se ha vaciado, es día de guardar o quizá sea la paranoia colectiva por la gripe de los murciélagos, las elecciones presidenciales, el mundial. La calle es suya o del semáforo que está en rojo porque usted es un buen ciudadano.

it’s so polite, it’s so polite

it’s offensive, it’s offensive

Amanda Palmer -en la radio- y la cámara de seguridad -en el poste-, testigos únicos del crimen, de la insolente licencia que se ha dado, del protocolo arrojado por la ventana en un acto tan poco ecológico:

Sea que haya ignorado al fin el semáforo en rojo, o mejor aún, que haya descendido del carro con el propósito de cambiar el orden de las tapas invirtiendo la luz a su favor; vuelve al auto y acelera con la conciencia tranquila de seguir en cumplimiento del deber... o algo parecido.

domingo, 11 de julio de 2010

20 Years

Para qué obligar a las que no van a llegar, no en este momento. Para qué, si algún día volverán. No me pregunten qué pasa, no es la tinta, ahí está. Son los dedos.

Veinte años, soy un patojo, aún estoy completo y me opongo a morir así.

“A cantar dulce y a morirse luego no: ¡a ladrar!” A confiarme de malos ídolos, de niñas monstruo. A viciarme y enviciarme y embarrarme y mojarme.

Ya lo he dicho: no sé apostar mis cartas, pero me tomo el tiempo para meter la pata. Aunque tengo mis golpes de suerte, mis excepciones.

Uno, dos, tres… que termine el conteo, me puede el deseo… diecinueve, veinte, pido el deseo y apago la vela. Apago una vela y se enciende otra... que le echarán a esas velas para que vuelvan a arder. No importa, no tendré cuidado con lo que deseo, me daré esa licencia por ahora.

Esta canción me gusta:


There are twenty years to go
and many friends i hope
though some may hold the rose
some hold the rope

that´s the end and that´s the start of it
that´s the whole and that´s the part of it
that´s the high and that´s the heart of it
that´s the long and that´s the short of it
that´s the best and that´s the test in it
that´s the doubt,the doubt,the trust in it
that´s the sight and that´s the sound of it
that´s the gift and that´s the trick in it

Ps/ Si no pueden ver el video haga click en click.

sábado, 3 de julio de 2010

Me temo que le temo

Me temo que le temo a quitarme los zapatos y de pronto echar raíces, a desabrocharme los botones, sacarme la camisa, deshacerme de esta ropa; podría el aíre desbaratarme. Me temo que le temo a un silbido, un aleteo entre el ramaje, un picoteo constante. Al fruto, a la mano que asecha, invade y despoja. Me temo que le temo a ser un poco árbol. A la rama fracturada por un niño que sólo quiere mirar desde la copa para luego volver a tierra. Y es esa mala costumbre de temer a lo que temo lo que mantiene estos trapos tan bien puesto y desvía mi destino al intestino de alguna paloma.

lunes, 14 de junio de 2010

Cliché

la primera persona del singular
en un lugar común
en tiempo presente
va tras su cola
intentando morderla
una
y otra vez
y nuevamente
y una vez más

(bis)

en una de tantas
no sabrá qué hacer
cuando la alcance

se devorará
quizá
una vez engullido
le dará la gana de regurgitar
a su primera persona del singular
sobre un lugar común
en tiempo presente
irá tras su cola
intentando morderla
una
y otra vez
y nuevamente
y una vez más

(bis)

martes, 18 de mayo de 2010

Entrada N° 100 / Número Equivocado

A pesar de las telarañas y el polvo que se hace notar a veces en este espacio, intento mantenerlo actualizado. Ésta es la entrada número 100 de Ángel Lunático, pensarán que es muy poco para tanto tiempo del blog, pero no es cosa fácil. Las pequeñas tareas siempre me han abrumado, soy un mal vividor, no sé apostar mis cartas, pero me tomo el tiempo para meter la pata.

Muchas gracias a los seguidores, a los visitantes esporádicos, a los que comentan y a los anónimos.

Un saludo y les dejo este escritucho que hice hace poco.


Número Equivocado

-Aló… aló.

De vez en cuando lo llamo para espantar el fantasma, para saber que sigue vivo y que no es el mismo. Nunca respondo, para que no haga memoria, no vaya a ser que recuerde que aún existo pero soy otro.

Son dos aló por año, una sola llamada. El primer aló siempre suena con esa voz que era la del él de entonces, el segundo destiñe la escena y me devuelve al que soy ahora, que no es un yo con él. A veces él cuelga, otras tantas lo hago yo.

Debo aceptar que no sabré que hacer el día que no conteste. Quizá le dé por cambiar de domicilio, o muera sin que me entere.

Cuando es mi teléfono el que suena y nadie responde, lo nombro. Como nadie dice nada, y nada es mudez y nadie es un mudo, me doy la licencia de creer que se trata de él. Pero entonces habla el mudo y todo resulta ser un número equivocado. Él debe pensar lo mismo de mis llamadas, aunque en ese caso yo si soy el nadie que se queda mudo hasta que termina la llamada.

-Aló… aló.

Del otro lado el teléfono es colgado y el tono que se repite... se repite.

martes, 20 de abril de 2010

El Pobre

Prefiero dormirme hambriento que indigestado. Soñaría, mientras muero, con sorbos y bocados. Evitaría la pesadilla del hombre glotón de estar regurgitando su fortuna sobre lo poco que le queda de fruición.

Mi apetito servirá como moneda para Caronte, en tanto el opulento caballero se hundirá en su devaluado dinero. Me muero pobre y a Dios gracias porque mi estómago desocupado me ha ocupado en la vida, mientras mi infortunado y rico compañero ha intentado en vano llenar unas entrañas insaciables.

Al final de cuentas no somos tan desiguales: mis rotos los llevo por traje, él tiene descocido su intestino.

domingo, 4 de abril de 2010

Canciones para mi muerte II

La Ciudad de Noche, de Nadie.

Huele a azul, se escuchan los pasos de un amanecer que se aproxima pero es el momento más oscuro de la noche. La ciudad flota. Cada noche, a la misma hora, la ciudad y sus luces trasnochadas flotan. Entre cielo y montaña no hay distinción alguna. Las montañas también se cansan y desaparecen. Sólo nadie lo nota, mientras tanto todo duerme. A veces me parece que soy yo el que flota y la ciudad me olvida y nadie me sueña.

Al menos nadie me sueña en tanto todo me olvida, yo floto; sonará: Spinetta con Mercedes Sosa - Barro tal vez.

“Si quiero me toco el alma

pues mi carne ya no es nada.

He de fusionar mi resto con el despertar

aunque se pudra mi boca por callar.

Ya lo estoy queriendo,

ya me estoy volviendo canción.

Barro tal vez.”

lunes, 22 de marzo de 2010

Canciones para mi muerte

“Sí, mejor me muero de noche que de un infarto,

cuando se esté acabando para no perdérmela,

para desvelarme entre letras ajenas y no soñar con el subconsciente…

Mejor me trago el silencio para que no me carcoma,

mejor hago el bullicio para que en mi no more.”

Quería compartir con ustedes este fragmento de un poema que escribió una buena amiga mía, Jessica Castañeda (Darkbantha). El poema se llama A La Noche. Estas cinco líneas me fulminaron cuando me lo recito, y desde entonces, cada vez que lo escucho, pienso que a mí también me gustaría morirme de noche, todo de noche, toda la noche, hasta que acabe.

No he sido muy constante con Ángel Lunático, lo sé. Me disculpo. Ando bajito de defensas, mi capacidad de sorprenderme está averiada, y en parte, es la que me hace funcionar los dedos cuando tecleo.

Pero cosas como estos versos de mi amiga me hacen insistir en mi intento por lograr buenas cosas.

Por ahora, quiero comenzar algo que he pensado desde hace un tiempo: las canciones para mi funeral. Siempre me he soñado mi funeral, como quien sueña con su día de boda o el nacimiento de un hijo. Yo sueño mi funeral porque, aunque es posible que no esté (jajaja), quiero que sea lo suficientemente ameno para los que tendrán que soportarlo (que no serán muchos, creo).

Si mi vida no tiene una banda sonora -y eso que por momentos me parece escuchar una voz en off narrándola-, por lo menos que mi muerte la tenga.

Comienzo con este tema, el tema que siempre nombro como la 'canción para mi muerte'. Se llama Kozmic Blues, y no podía ser de nadie más que de mi brujita cósmica Janis Joplin:

Creo que esta nena será la encargada general de aquella noche... son varios temas de ella los que llenarán estas entradas, que espero -si la creatividad me lo permite-, vengan acompañadas de un escrito.

Kozmic Blues aparece en el album I Got Dem Ol' Kozmic Blues Again Mama! de 1969.

A Janis llegué por mi hermana, la primera canción que escuché fue Piece of My Heart. Nunca me atreví a pasar de esa primera canción del cassette que mi hermana tenía de la Joplin, si acaso el comienzo de otra de las canciones pero inmediatamente lo detenía para devolverlo al pegajoso coro de: take it (take another piece of my heart now baby), have a... hasta que un buen día (creo que de noche), me atreví a pasar a la siguiente, que comenzaba así pero diferente: Summertime, child livin' is easy... diferente porque no fue sólo esa frase, fue un infarto fulminante, un disparo certero a algún lugar de mi cuerpo que bien pudo ser el hígado o un poco más arriba o más abajo... mejor dicho, fue toda una balacera.

Throad Trigger, Janis Joplin... Janie's got a gun / Janie's got a gun / her whole world's come undone from lookin' straight at the sun...

...I better hold it now, I better need it, yeah, I better use it till the day I die.

domingo, 7 de marzo de 2010

En una esquina de la noche

A Quesito (04-08-09 ... 07-03-10)

Aguarda en una esquina de la noche,
la más oscura.

Una luna peluda vuelta sombra.

Oscura la noche, su esquina,
Oscura la sombra, su luna.

Allí su cacho, allí su cola.

Por eso llevo siempre
mi cascabel.

jueves, 4 de marzo de 2010

El Primer Hombre

Despertó,
pensó hacer lo mismo
que ayer.

Ignoraba que ese era
el primer día
de su existencia.

lunes, 8 de febrero de 2010

Las Formas del Vacío

Lo que habita entre palabra y palabra son las formas del vacío. La distancia que separa un átomo de otro es un agujero del tamaño del silencio, de la ausencia, del olvido.

Las formas del vacío moran entre parpadeos, en la bocanada de aire antes de invocar o decir lo que apena. Lo que vive en esa ausencia son mil ojos ciegos, orificios donde reposa un dios muerto porque está en el olvido. Son las tumbas de los ausentes, los alaridos de los dolientes, lo que no pronuncia la lengua se queda allí, en las formas del vacío.

Lo que habita entre palabra y palabra: las formas del vacío, la duda al pensar lo que se dice, el impulso de decirlo sin pensarlo, el temblor, el escalofrío, el vahído de un espasmo.

De esas formas del silencio se derraman los gritos que hemos de proferir, es de allí donde se avienta la palabra que vendrá tras la antes pronunciada. Cada palabra trae su silencio del que se arroja la siguiente. Cada palabra y su ventana, cada palabra y su vagina, pariéndose en sucesión de gritos y afonías.

Invirtiendo la formula, lo que habita entre silencio y silencio son entonces palabras mal dichas, palabras perforadas, vocablos agrietados. Ante la imposibilidad del habla, del intento del más pequeño poema, queda el consuelo del vértigo al aventarse de un vacío, pronunciarse y tropezar con otra brecha por la que aventarse nuevamente, para volver a ser mencionado, y así hasta caer de bruces al punto último del escrito y encontrar que también este tiene cara de ser un hueco.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Arcano del Día: La Muerte

La vida es un gato arañándome la pierna para que juguemos, el resto es muerte. Muerte: un helicóptero sobrevolando la ciudad, un vacío en el dedo donde debe ir un anillo, una casa habitada por un ausente. Muerte el globo que escapa del niño, el grito del niño, una bola de helado en el pavimento.

La vida es un gato que juega cuando le viene en gana, el resto, ya lo he dicho, pertenece al terreno perpetuo de las Moiras. La una teje, la otra enrolla, la tercera deshilacha la madeja que las otras han hilado; como los gatos...

¡Un segundo! Que es un gato el que insiste en hacerme creer que es la vida y me invita a jugar.

viernes, 1 de enero de 2010

CARTA DE RENUNCIA

Me gustan los viajes por carretera, debe ser algún gen que quedó incrustado de mi papá. Mi papá trabajó mucho tiempo de camionero y no es raro que sea capaz de nombrar en orden de ida y venida los pueblos de muchas carreteras de este país. Me gusta, me gusta mucho cuando la carretera está vacía y la música se va regando a cada kilometro. Me gusta pensar que también yo me deshago y que las líneas entrecortadas y amarillas del camino quedan unidas por mis pedazos. Me gusta mirar por la ventana e inventarme historias, pensar en lo complicada y accidentada que puede resultar la geografía colombiana y que por eso no es raro lo que sucede en este país. Pensar también en que para vivir en este pueblo hay que tener muchas guevas o, mejor dicho, ser un guevón. Pensar en que quizás la cosa cambiará y al instante siguiente estar a carcajadas por los pensamientos absurdos que alguien tan absurdo como yo podría tener.

No sufro mareos, las curvas peligrosas no me afectan –mis gustos son muy distintos-, y estoy acostumbrado a los carteles de depresión a 100 m. Aprendí que el amor huele a polilla estrellada contra parabrisas, porque a eso me olió la primera vez que amé a alguien y me fui de viaje muy lejos. Se estrellaron tantas polillas esa noche, tanto me regué en la carretera, otro tanto fue a dar al mar. Lo peor es que después toca limpiar el vidrio y es como recordar todo eso que a uno le duele adentro y que creía ya hace tanto estrellado y muerto.

Siempre quise viajar, soñé mi vida robando un carro y escapándome, corriendo de la policía y dejando cuentas sin saldar en los restaurantes y hoteles a lo largo de la carretera. Así fue que nació Ángel, y también de la pregunta: ¿Qué habrá al final de una carretera?

Tomar un auto, encenderlo como los ladrones en las películas y hit the road, honey. Y de pronto no soltar el acelerador y dejarse llevar por las curvas y no importar donde llegar. Y qué si se extiende toda una existencia, y qué si mi vida es la carretera y mi final el mar…

Y Ángel, Ángel era mi compañero de viaje, Ángel se montaría como un completo extraño a mi auto… Ángel sacaría su cuerpo por la ventana del carro en movimiento mientras afuera llueve, y cuando estuviera de nuevo sentado en el asiento, justo a mi lado, tendría pequeños puntos rojos por los golpes de la lluvia… y Ángel sabría hacer fogatas y contar historias de espantos que acechan en las carreteras... a Ángel le gustarían los días grises…

Pero acontece que las carreteras de este país conducen a lugares comunes y desgastados… los espantos en la carretera se visten de verde y se hacen llamar Eroes… los lagos donde tomaría baños cada vez que se recalentara el carro están ahora secos o cuajados de sangre.

(A veces tengo la sensación de que dentro de mi cabeza hay un cumulo de sangre duro y gris, sí, sangre gris porque está muy triste… y cuando no soporto el dolor en mi cabeza, en el coagulo por cerebro que tengo, me tomo un anticoagulante y todo el gris se me riega por el cuerpo)

Pero ahora todo me resulta absurdo. Absurdo es una de mis palabras favoritas. Absurdo es el devenir que ya pasó, absurdo el pasado que ha de venir, absurdo el presente que ya no está y los instantes que se consumen sin piedad. Absurdo lo que hago y lo que sueño. Soy incoherente, ni yo me entiendo cuando hablo de peces que no son peces y de mujeres que son ciudades y se engullen a sus hijos en el preciso instante que los paren, de selenitas que tienen cúmulos estrellados en la espalda y mujeres que nunca he tocado.

Absurdo hacer mías palabras que otros pueden usar mejor. Otros tendrán historias más interesantes. Yo sólo soy un muchacho… un miserable sin miseria, en realidad, un miserable por sentirse miserable y no serlo. Comencé esto por mi miedo a gritar y que no me saliera nada de la garganta, ahora me salió y no me gusta como suena. Otros tienen que gritar porque deben hacerlo, lo mío quizás sea sólo un capricho. Hay otras cosas en que pensar y no en absurdos.

Y con todo esto lo que quiero decir es... mejor dicho, quiero detenerme. Quiero congelar esto en este instante. Que si alguien lo encuentra y le apetece pueda aprenderse cada hoja, palabra e imagen que exista en este pedazo de ciberespacio. Que si a alguien le sirve, pues aquí estará y es limitado.

No puedo, no me nace. Lo siento…

Terminé el 2009 a mi manera, por la carretera. También se estrellaron muchas polillas esta noche, pero esta vez me dolía otro lugar cerca del hígado. Algo sucedía allá afuera, detrás de las nubes... Ángel muere cuando dos balas se le incrustan donde deberían ir sus alas... y es absurdo, patético, insoportable.

Y no quiero pensar en nada. De niño practiqué natación, patinaje y otra cantidad de cosas; todas las dejé empezadas. Tengo esa mala costumbre. El horóscopo dice que se debe a que mi signo, Cáncer, es cardinal y solemos comenzar muy animados y apaciguarnos fácilmente. Pero sinceramente, una idea ha estado rondando mi cabeza esta noche, y tan sólo quiero detenerme...

Feliz año.

Stop...

(quizá después dé la vuelta al cassette)

lunes, 28 de diciembre de 2009

Patio Trasero

Desprendido el patio trasero del mundo, nuestro destino estará dedicado al tedio cotidiano, a la suciedad perpetua eterno aburrimiento, o quizá a una inmortal sensación de nunca estar secos.

Estuve soñando –yo siempre lo hago-, que el patio trasero del mundo era desaparecido, y la gente ya no tenía donde extender sus trapos, entonces ya no estaba el grito en la casa de entrar las ropas cuando lloviera, del viento que sopla sobre las telas. Los niños ya no tenían paredes de lino para plasmar sus manos sucias en mariposas de diez dedos que olían a tierra y estiércol.

Estuve soñado –y a veces no paro-, que el mundo usaba siempre el mismo atuendo, sus zapatos raídos. Cuán aburrido y sucio. Y la gente ya se conocía las camisas, los amantes ya aburridos de saberse viejos atavíos, sin bragas nuevas que romper y los mismos botones que remendar después del sexo.

Y algunos con sus ropas mojadas porque no soportaban el hedor a día eterno, salían a cazar alguna gripe y terminaban arropados por sudarios reciclados. Eran tiempos de inconformes y ya nadie estaba demasiado seco sin el patio trasero del mundo.

Entonces fue cuando sucedió, que en el sueño todos se despojaron de sus vestidos y los tiraron al gran vacío que había en el mundo, sábanas empantanadas por niños traviesos y tirantes que cuajaban el gran lienzo, colocaron un cierre para que no se desbordara tanto paño y almidonaron la superficie para marcar las arrugas simulando las que antes existían. Pusieron botones donde antes solía haber jardines de flores y colgaron las cuerdas del nuevo patio trasero del mundo…

Cuando desperté –siempre hay que hacerlo-, el planeta también lo hizo, y todos iban vestidos como el día lunes es debido y yo andaba empapado buscando un sitio donde extender tanto mojado.

Alguien debería inventarle un tendedero a este mundo.

Postal de 1904, Tendederos en New York City

martes, 22 de diciembre de 2009

Pececillos de Plata, Avioncitos de Papel

Caballitos de felpa con las costuras visibles en los bordes, para afilar las uñas en sus lomos cabalgantes. Un parque en París donde una loca les da arroz a las palomas. Un barco pesquero cargado de atún…

Anoche soñé que unos pececillos de plata se comían las mejores frases de los libros, pero no eran pececillos de esos que nadan en los lagos o en el mar, no, eran Lepismas saccharina, unos insectos escamosos y brillantes que han sobrevivido más de cuatrocientos millones de años merendando letras, pegamento y almidón.

Contaba pues mi sueño: los insectos nadaban en su océano erudito, recitaban las mejores citas que habré escuchado, las arrancaban de la hoja y se las engullían y de repente ya nunca más se repetían en la historia. Cuando ya no les quedó nada de su banquete de todos los libros del mundo, se acercaron arrastrando sus acorazados y lustrosos cuerpos hacia mi mesa de noche donde reposaba, ¡con espectacular portada!, el último ejemplar de toda la historia de La Condesa Sangrienta de Pizarnik.

Imaginarán ustedes el terror del sueño y el cuadro de aquellos monstruos minúsculos, con sus nano-colmillos ensangrentados y sedientos por las últimas palabras bien impresas que quedaran en el mundo onírico.

Bien fue que desperté y allí estaba mi gato, maullando por su bocado matutino y salvándome de las garras de aquellos alucinados comepapeles.

De niño siempre quise un gato, mi abuela tenía uno que nunca tuvo nombre, porque según ella un gato se llamaba como quería y nada más, jamás atendería a un mote impuesto.

La odisea de traer un felino a casa fue toda una epopeya, fue de sorpresa y asegurándome un hotel por si no me aceptaban con él en casa. Cuando lo vieron admitieron su estadía con fingido recelo. Al momento ya todos estaban en carrera por el nombre: Ángel, Miau, Champiñón, Salmón, Panzerotti… lo llamaron de todas las formas como libros se comieron los pececillos plateados, sin embargo él aún no responde, ni lo hará. La abuela tenía razón.

Quesito lo llamo, a disgusto de muchos el nombre, pero es cómodo a la hora de sacar canciones mientras preparo el desayuno.

Quesito… a Quesito le gustan las polillas que se comen la ropa, le hace compañía al monstruo en mi armario cuando no estoy, y escucha Janis Joplin. Los aviones de papel lo divierten más que los ratones de peluche y esos artilugios que se inventan más para los dueños que para los gatos.

-Queso Amargo –así también lo llamo-, esto es un avión, un avión de papel; y ese de allá arriba es uno pero de metal. Este que tengo en mi mano lo podría fabricar un niño de cuatro años y pintarle personitas; ese en el cielo no es origami y es tan complicado como la gente que los hace. Además de personitas de verdad que viajan en el maletero como polizones, en algunos casos también carga polizontes que vendrán a defender la democracia- y a falta de gesto para burlarse de mi, Quesito voltea la cabeza, mira el pájaro de alambre y gruñe.

Y por eso es que le gustan los aviones de papel al felino lácteo, y no los de metal. Y los peces: el atún, el salmón y los pececillos de plata que no son peces ni viven en el agua ni vienen enlatados.

…Una finca lechera donde las vacas lo llaman para que las ordeñe. Un móvil de aviones, grullas y barquitos de papel. Las últimas gotas de vodka olvidadas en los vasos después de una fiesta. Una Nepeta cataria germinando súbitamente por entre los rincones de la casa…

Creo que con eso sueña mi gato, y con peces también yo.

______________________________________
Cuento Cósmico para Gatos Lunáticos:

jueves, 10 de diciembre de 2009

Epístola de los miedos

A Esteban, por su-puesto...
“Recibe este rostro mío, mudo, mendigo.
Recibe este amor que te pido.
Recibe lo que hay en mí que eres tú.”
Alejandra Pizarnik

Lo que me inspira el papel, el puro hostigamiento de su olor, es el miedo a dejarlo impoluto, virgen. Tengo miedo, y como Alejandra, me oculto en el lenguaje para poder aquietarme, para encontrar el silencio que con la palabra llega.

De pronto frente al papel el miedo se escurre, o al menos se arropa debajo de los bordes filosos de alguna palabra oportuna.

Lo que me inspira tu tacto, el mismo acoso, el mismo miedo de no atreverme a temblarla.

“En la noche a tu lado
las palabras son claves, son llaves.
El deseo de morir es rey.

Que tu cuerpo sea siempre
un amado espacio de revelaciones.”


Así que no huyas, muchacho, no corras, no te le escapes a mi lenguaje, ya te lo dije: tu lógica es la de la palabra misma, y la mía la de quien se atreve a redundarte en un intento de invocarte.

Tantas veces la jaula se hace pájaro y no sé qué hacer con el miedo que se vuela, el miedo de intentar re-encarnarte en esta carne de palabras tan desprovista de tacto, cómo dibujarte “con estos dibujos malos”. Tantas veces el miedo, la "niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia". Tantas veces el del grito en ascenso de un niño que ha desasido su globo.

“¡oh quédate un poco más entre nosotros!”

Esta verdad mal dibujada con la mentira de la palabra, hoy, tómala, tuya en tu aniversario.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Guardarropa

Hay quienes guardan el vestido de matrimonio, las joyas de la abuela o el diente que nunca se llevo el Ratón Pérez. Otros, un monstruo noctívago o una fotografía de algún amor secreto, que vienen siendo lo mismo.

Los fetiches están bien escondidos en los rincones, allá, tras otras prendas menos indecorosas. Escondemos viejos tiempos, por si una noche nos da por almidonar la memoria.

No faltará el extraño que llegue a despojarnos de pretextos, recatos y esos accesorios necios, entonces descolgamos el goce para hacer espacio a los que tanto estorban entre sábanas, los escrúpulos que se escurren ensopados.

Hay días en que nos encerramos para hacerle compañía al engendro solitario y cuando salimos, todos húmedos y oscuros, no soportamos el aire limpio y la luz que hostiga en los ojos.

Habitan corazones que van quedando en desuso, o terminan devorados por los insectos que se deleitan con los harapos que vamos guardando; y por eso el amor huele a polilla estrellada contra parabrisas.

Es importante entonces, no olvidar colocar las bolitas de naftalina en el armario, sacar los trapos al sol, darle un baño a nuestro monstruo una vez al año.