"Yo no sé hablar como todos, mis palabras suenan extrañas y vienen de lejos,

de donde no es, de los encuentros con nadie.

¿Qué artículos de consumo fabricar con mi melancolía a perpetuidad?"

Alejandra Pizarnik


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domingo, 4 de abril de 2010

Canciones para mi muerte II

La Ciudad de Noche, de Nadie.

Huele a azul, se escuchan los pasos de un amanecer que se aproxima pero es el momento más oscuro de la noche. La ciudad flota. Cada noche, a la misma hora, la ciudad y sus luces trasnochadas flotan. Entre cielo y montaña no hay distinción alguna. Las montañas también se cansan y desaparecen. Sólo nadie lo nota, mientras tanto todo duerme. A veces me parece que soy yo el que flota y la ciudad me olvida y nadie me sueña.

Al menos nadie me sueña en tanto todo me olvida, yo floto; sonará: Spinetta con Mercedes Sosa - Barro tal vez.

“Si quiero me toco el alma

pues mi carne ya no es nada.

He de fusionar mi resto con el despertar

aunque se pudra mi boca por callar.

Ya lo estoy queriendo,

ya me estoy volviendo canción.

Barro tal vez.”

lunes, 2 de noviembre de 2009

Pensamientos inútiles a las 3:33 de la madrugada

1.

Tres y treinta y tres en verde fluorescente titila el despertador. El despertador fluorescente titila en verde: tres y treinta y tres. Titila fluorescente el despertador las tres y treinta y tres en verde. Tengo una amiga quien gritaría si viera ese número, sufre algo así como una triscaidecafobia pero con el número trescientos treinta y tres; o más bien una triplehexafobia dividida por dos. Sí, seguro moriría en este momento con el tráfico de tic-tac en los relojes del cuarto contiguo, el del relojero. También sé de un niño que cuando tiene pesadillas en la noche corre al cuarto de sus padres, se detiene ante la puerta y prefiere dormir allí en el suelo; lo espantan esos pasos acompasados del reloj al otro lado.

2.

Cuántas escaleras habré escalado para confirmar que si el menguante de la luna no es más que la sombra proyectada por la tierra, y si yo -habitante de este mundo, terrícola escapista, humano orbitando la locura- lograse alzarme lo suficiente para que el sol recayera sobre mí, también mi sombra se reflejaría en la luna.

3.

Qué gran avance ha representado para la literatura la máquina de escribir y, posteriormente, el teclado de computador. Antes, la costumbre era la de redactar a una sola mano, bienaventurados los onanistas ambidiestros. Pero ahora todos podemos pertenecer a ese excelso grupo que ha logrado una economía estable en sus dos manos: de a tres teclas por dedo, el comunismo del teclado. Sí, en definitiva la producción literaria pudo haber aumentado; su calidad… dejémoslo en que ha entrado a eso que llaman producción a gran escala. Por eso, aunque ahora se escriba a dos manos por hombre, la muy condenada seguirá incompleta.

4.

¿Que por qué era tan grande Mercedes Sosa? Imagínese usted, tener que cargar con toda la voz de Latinoamérica. Se debe ser robusto, fuerte y grande, con la piel gruesa y bien puesta para no romperse con esos gritos, gruñidos y llantos.

5.

Para sobrevivir en Medellín se deben dejar los escrúpulos de lado, aprender a tratar con las putas y poco a poco desmontarles las cuchillas que llevan entre las piernas. Mejor dicho, hay que saber alzarle la falda a las montañas.

6.

Tres y treinta y tres de la madrugada. Se fue la luz. Ya no titila el despertador. Tres y treinta y tres rezaba en verde fluorescente. Y como a esa hora se fue la luz, entonces esa hora seguirá siendo hasta que vuelva. Pero la luz no se va, se fue la energía, porque la luz la tengo en esta vela. Mejor dicho, se trasformó la luz como la energía, que tampoco se va, sólo que el lenguaje no es suficientemente explicito para decir algo como que se apagó el bombillo a causa de que los impuestos no han sido pagados. Pero la vela me es suficiente. Se refleja mi sombra en la pared, como lo haría en la luna si me alzara lo suficiente. También está la sombra de mi cigarrillo y de pronto me pregunto por qué cuando lo aspiro, el de mi sombra también se consume pero no se enciende como el mío. Concluyo entonces que no soy el único oscuro esta noche, también el pobre quema su pena sin hacer mucho ruido.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Firma/Frag mento

Los atardeceres en Medellín siempre están incompletos. Las montañas a contraluz por el sol que se esconde son un pedazo que le han tajado al cielo. Como las hojas del periódico cuando se rasga un aparte, o el pedazo de papel que queda cuando se han robado una página del libro. Picos irregulares, un electrocardiograma de todos los corazones de la ciudad, la gráfica de los que suben a los barrios para bajarse unos cuantos. Así se ven las montañas, todas oscuras porque el cielo está más claro y acá abajo todo es penumbra, todo.

Tenemos un cielo, roto, pero al fin de cuentas cielo.

Al menos instiga a imaginar el otro retazo, a dibujarlo tal vez, o a escribirlo.

Los atardeceres en Medellín siempre están incompletos. Las montañas a contraluz por el sol que se esconde esbozan el cuerpo de una mujer que se dispone a dormir, pero no puede, se queda en vela. Reza tal vez acompañando a las madres que repasan camándulas a la salud de sus hijos. O es quizá una puta que se recuesta cansada por su faena. O una mujer que da a luz a plena sombra.

Pero tenemos un cielo, como sabana rota, pero es un consuelo.

Al menos incita a meter la mano entre los pliegues y buscarle un rincón en el cual esconderse.

Los atardeceres en Medellín siempre están incompletos. Las montañas a contraluz por el sol que se esconde se parecen a este escrito que queda pendiente. A falta de imaginación o tal vez por miedo a forzarla, dejo descansar las metáforas que me han pedido una tregua.

Tenemos un cielo, como bombilla que explota, pero alumbró un momento.

Al menos obliga a entregarse a la noche, que aguarda con sueños, poluciones, malos versos.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Nano-dramas

¿Tuviste un mal día? Medellín también amaneció jodida. La leche estaba cortada en la mañana. Un tiro recibió a la salida. Hay una puta parada en la esquina de este martes. Un alcohólico no bebe hace diez días. El desayuno se enfría y la mosca lo descompone con su saliva. La pelota aún no cae del tejado. Un camioncito de juguete ha rodado por el barranco. El recién nacido le conoce el hedor a la vida. La canilla ha llorado en la cocina. Una hoja ha quedado en blanco sin su tinta…

…Alguien hizo con la leche un quesito. El del tiro ha pagado su destino. A la puta de la esquina le ha llegado un amante. El borracho ha empeñado su vestido. El café de la mañana se ha regado y la mosca se ahoga en su festín. La pelota ha caído del tejado desinflada. El camión se ha ido a la quebrada. El neonato se acostumbra a la pestilencia. Un vaso ya consuela al grifo. Un poeta onanista ha teñido el papel con su tinta. Medellín sigue jodida. Y tú crees que tuviste un mal día.




jueves, 20 de agosto de 2009

Pluma, plomo… polvo.

En memoria de los hombres, de los sinónimos que han ido reproduciéndose, dejando papelitos para evitar el olvido perpetuo.

Pluma, plomo… polvo.

“La vida es un hueco, Dalila. Nacemos por un hueco, respiramos por dos huecos, vemos por dos huecos, oímos por dos huecos, comemos por un hueco y luego botamos lo que comemos por otro hueco, esta ciudad es un hueco lleno de huecos, el alma esta hueca, el sexo es otro hueco, o dos, qué más da, y nos morimos, Dalila, ¿Y dónde nos meten?...” Mala Noche – Jorge Franco.

Esta ciudad es un polvo, de los más baratos. Una puta asequible, un mal chiste.

Una ramera hecha de polvos, vuelta polvo. Eso sos y a eso estás condenada: con la humedad de tus pechos, de tu sexo, con el olor de tu pubis, con el sudor de tu rostro conseguirás tu pan, “hasta que vuelvas a confundirte con la tierra” de la que fuiste formada. “Con dolor parirás los hijos”, largas filas harás para matricularlos en escuela pública, “y estarás bajo la potestad o mando de tu marido; y él te dominará”. Mujer, “polvo eres, y a ser polvo retornaras”.

Polvo aquí, polvo allá, “el que no tiene untado el bolsillo tiene untada la nariz”[1], dijo un hombre y… plomo aquí, plomo allá; se esfumó, lo esfumaron. El responsable: Algún mago dedicado a “anularles el cerebro a los que de verdad actuaban como subversivos de ciudad”[2].

Polvo somos, polvo seremos, polvo lo que tenemos en los sesos. En el rincón de la memoria no hay sino pelusas, bolas de pelo, polvo compacto.

“Me van a matar. Mañana volvemos a Colombia y me toca enfrentar la realidad”[3]. Se apagan las luces, el aire se hace plomo, de entre la masa resalta la vara del mago. “La ciudad se desbarata, pero aquí no hablan sino de fútbol"[4]. ¡Gol!, grita el pueblo extasiado, y enterrado queda el muerto al otro día. Uno más para la lista.

Y así, poco a poco, los maguitos van reproduciéndose.

“Aparecieron unos hombres en las regiones que cometían una serie de tropelías y asesinatos y hábilmente desaparecían de la zona (…) Los campesinos caían asesinados (…) Y nuestros ríos históricos fueron testigos de los cadáveres arrojados”, demandó un hombre. “Aparecían fuerzas oscuras que reemplazaban al alcalde… los comandantes”, los magos, efectivamente, con su discurso de convivencia, con sus labores sanitarias de fregado social, trazando “el meridiano de la violencia”[5].

Abracadabra, las palabras mágicas: "Usted para nosotros es muy importante, pero también es un problema"[6], soplo aquí, polvo allá, lentejuelas, maromas, mucho brillo, abracadabra… Jesús y María te acompañen en este Valle de lágrimas. Ahora polvo es y pocos lo recuerdan.

Como se nos olvidan los muertos en este país. Pero es que Colombia, ¡Colombia, amigo mio!, Colombia es Fashion, pasión por el futbol, ¡Gol, gol, gol Caracol! Bang, bang, bang. Adelante presidente que los buenos si son más, todos llenitos de polvo, con la viruela del insomnio. Ya vendrá Melquíades a sanar la enfermedad, o lo eliminarán por ser peligro a la seguridad.

Dame un besito, putita, antes de ir a dormir, de pronto mañana deba partir.

Condenada al polvo, mujer, condenada a que antes de que Aureliano Babilonia lea los últimos versos del pergamino ya te hayas esfumado, “ciudad de los espejos (o los espejismos)”[7]. Condenada a repetir y sin segunda oportunidad en la tierra.

Mientras tanto, mientras tus últimos versos son escritos, seguirán apareciendo sinónimos a las palabras que otro van borrando, cercenando, empolvando. Plomo y sangre, pluma y tinta.

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[1] Jaime Garzón.
[2] Frase de Carlos Castaño en el libro Mi Confesión.
[3] Luis Carlos Galán.
[4] Frase de Héctor Abad Gómez, consignada en el libro El Olvido que Seremos de Abad Faciolince.
[5] Fragmentos del discurso que Jesús María Valle presentó en la conmemoración del decimo aniversario de los homicidios de Héctor Abad Gómez y Leonardo Betancur.
[6] Presuntas palabras de los asesinos de Jesús María Valle, momentos antes de su asesinato.
[7] Frase de Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez.

domingo, 14 de junio de 2009

A Medellín

Es la sangre la que mantiene estas montañas en pie.

Caminando las comunas me he preguntado:

¿Qué sería de Medellín sin sus muertos, si son ellos los que coagulan esta tierra?

Mujer, que parís hijos y los asfixias con tus mismos muslos.

Si de tanto besarte terminamos intoxicados, todos rodando por la trinchera que es tu rio, que cada día se parece más a esa cueva entre tus piernas, por la que siguen los malnacidos saliendo.

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La pintura es 'Mi Nacimiento' de Frida Kahlo.

lunes, 8 de junio de 2009

Leslye

El siguiente texto hace parte de un trabajo final que presentaré en la U. El tema central es la homofobia y estoy recogiendo historias de personas que día a día -o noche a noche-, tienen que cargar con que su gusto sexual o identidad de género sea una marca en la frente. Lesly* es sólo una historia de las tantas que esconde esta urbe en sus montañas. Espero lo disfruten y si tienen algún aporte, alguna crítica o comentario será gratamente recibido. Si además quieren compartirme experiencias u opiniones estoy abierto.


Leslye


'Gods of Earth and Heaven' Joel-Peter Witkin

La calle Barbacoas en el centro de Medellín tiene forma de paréntesis, un paréntesis abierto sobre un renglón eterno, la avenida Oriental. Es una puerta a una ciudad que se esconde tras la ciudad. Hay bares a lado y lado de la calle. Todos se conocen en ese lugar, todos se han visto, por eso cuando entra una cara nueva son muchos los que voltean a examinar al nuevo espécimen.

A ella la veo tras un teléfono público, de esos rojos que hay en todas las esquinas de Medellín. No tengo las agallas de acercarme, hay un brillo de recelo en sus ojos. Entonces voy a comprar un par de cigarrillos mientras se aproximan dos damitas a la misma tienda. Al escucharme hablarles dan dos pasos atrás, se excusan por no tener tiempo para una charla, la noche las espera, pero me contactan con la del teléfono.

Me presento, se presenta: Mucho gusto, Leslye*. Las pestañas recubiertas de rímel, tiene los ojos como los de María Barranco y la boquita pintada de un fucsia pálido parece la de Victoria Abril. Sería fácilmente una chica Almodóvar.

Mide sus palabras, sus maneras parecen las de esas señoritas que se colocan la servilleta en el regazo y dan tres golpecitos a la taza del té antes de sacar la cuchara. Junta sus manos de uñas largas y desmaquilladas. Su pelo es naturalmente castaño con un tinte artificialmente rubio, si la vez de frente parece un pavo real porque tiene su cabello recogido y detrás de su cabeza salen mechones disparados hacia arriba. Lleva un vestidito negro, de esos de cuello extraño que van tapando un hombro y el otro lo dejan al descubierto. Leslye tiene sus medias de colegiala, unos zapatos deportivos, el vestidito a media pierna y un caminar decidido; si no, le hubiese sido imposible llegar a Medellín donde vive hace cuatro meses en un apartamento, sola. Nació en Bogotá, se fue a buscar su pedazo de mundo a Manizales y resultó en esta urbe, que según ella es más abierta.

Dieciséis años y ya fuera de su casa. Lo que pasó fue que a Leslye le tocó jugar una doble vida: la que ella soñaba y la que ellos querían. Por lo mismo que abandonó el Ballet Folclórico dejó a su familia, “a uno le toca sacrificar algo, a mí me tocó sacrificar a mi familia para buscar la felicidad”. Ella quería usar sus vestiditos y bailar mientras su hombre le daba giros por la pista, pero su familia no, jamás aceptarían que el nene de la casa se convirtiera en mujer, y en el ballet seguiría jugando el rol de caballero.

“Claro que a uno si le gustaría aplicar todo eso que aprendió en el colegio”, ¿pero cómo?, sólo encontró dos caminos: “travesti que no está en la calle es peluquera”, lo dice segura de haber agotado muchas posibilidades. “O imagínese yo ir así a la universidad”.

Aquí no hay lugar para personas como Leslye. Sí, digo personas y recuerdo hace un tiempo que caminaba con alguien cerca a Villa Nueva, era de día y el sujeto que me acompañaba al ver a una de estas damitas paradas en una esquina dijo: “Ay no, por Dios, ¿pero qué es eso?”; a lo que respondí: Eso es una persona.

Hace veinte días que no ‘putiaba’, me cuenta Leslye, que porque estaba comprometida. Que más razón para hacerla una persona que eso tan humano de enamorarse. Pero no, el tipito la dejó, entonces ella volvió a su rutina. Se levanta, arregla el apartamento, se enfrenta al incuestionable espejo que de día le muestra una cara que sólo toma condición de rostro cuando Leslye maquilla al que no quiere en ella y lo vuelve la nenita que realmente soñó ser.

Sale entonces a la noche, con sus pasos decididos. Muchos la saludan, otros la llaman a gritos como sus compañeras nocturnas -las mismas que me la presentaron-, las que también han optado por buscar en la noche el pedazo de vida que se muere de día. Entonces entra a algún lugar, se liga a quien ella quiera. “Ellas –las otras travestis- tienen sus culazos y las tetas, pero yo tengo la juventud”, dice, y con eso se defiende, con eso obtiene lo que quiere.

Aunque no siempre es así de fácil, me dice. A veces le toca protegerse, porque no faltan los hombres que se demoran en descubrirla. Entonces las caricias de antes se vuelven agravios hasta que ella salé de la habitación buscando refugiarse de nuevo en la calle.

Los peligros aguardan en los encuentros nocturnos, aunque no se debe culpar a la noche por sus malos hijos. Las situaciones son distintas, puede que esta noche traiga grandes sorpresas pero también podrías encontrarte en la cama con la muerte. Una ruleta rusa, el que te seduce en el bar puede ser un verdugo disfrazado de cardenal, te invita a una copa, luego a otra, llegan a tu apartamento y de ahí no recuerdas nada más, sólo que la tierra ha quedado atrás.

Leslye relata, con un tono de ya haberse acostumbrado a los golpes, que a veces la policía la agrede a ella y a sus compañeras, con “ese aparato que lo electrocuta a uno, ¿cómo es que se llama eso?”, El Táser, Leslye, o Tábano que llaman; un arma que funciona con pulsos eléctricos, su uso no se permite dentro de la policía. Entonces me cuenta que a una amiga de ella si le ha tocado ‘guerriarla’ en la calle, no me dice el nombre, pero me habla de una vez que a su compañera un policía le daño el ojo con el bolillo.

Está apurada, sé que debe irse, lo último que me dice es que a veces es difícil para ellas hablar con los demás. No sólo con ‘los normales’, supongo que se refiere a los heterosexuales, sino también dentro del mismo ambiente. Hay lugares donde no se les da entrada a los transgénero, sitios de encuentro LGB que excluyen al grupo T con avisos que promulgan “Bar libre de travestis”. Seguramente Leslye irá en busca de algún nene para salvar la noche, amenizar su vida, mientras Barbacoas sigue como paréntesis abierto que aguarda tantas historias como pesares, sin más cierre que el que llega con la madrugada.

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*Nombre modificado por seguridad de la fuente.

lunes, 1 de junio de 2009

Hijos de la Noche

…Y Después de todo, es la oscuridad ese lugar sin sombras…

Escucho a alguien decir: “Gracias a los noctámbulos no se han robado la ciudad”. Entonces pienso en ellos, los buenos hijos de las tinieblas, los encargados de eliminar las sombras porque en la oscuridad no las hay.

Pero no se debe culpar a la noche por sus malos hijos que quieren amenazarla, amanecerla. Si dependiera de esos diurnos intrusos, esta ciudad ardería para perpetuar el día y volvernos esclavos de las sombras que con él llegan.

sábado, 30 de mayo de 2009

Benedetti a voces

En días anteriores publiqué un escrito en homenaje al Poeta Mario Benedetti. Pero ese Señor, con Mayúscula, Mario el eterno Benedetti, merece mucho más. Por eso, algunos estudiantes de periodismo de la Universidad de Antioquia le dedicamos un espacio a este Señor Poeta. Esto hace parte del programa De la Urbe Radio, lo pueden sintonizar todos los viernes y sábados a las 12:30 a.m. El dial es 1410 a.m.



lunes, 11 de mayo de 2009

Hablo de ellas: Las Putas.

Quiero compartir algo:

De costumbre tengo la de salir por ahí a caminar y, últimamente, no he podido callar el verduguito en mi cabeza, taladrándome los sesos.

Pues bien, me encontraba en estos días por la Iglesia de la Veracruz con una amiga, íbamos a comer a un restaurante vegetariano llamado Govinda's -recomendado por cierto-, y es bien sabido en Medellín la carne que aguarda en los alrededores de dicha iglesia; carne de mujer cansada, de madres con minifaldas y kilos sobrantes, de niñas viejas. Pues entre tanta carne se me hacía irónico que existiera un restaurante vegetariano, pero así es, así es Medellín de contrastes bruscos e historias que desmiembran.

Me son tristemente interesantes las historias que hay en cada una de ellas, por eso cuando tengo la oportunidad me siento a inventarles nombres y penas.

El caso es que estas mujeres, las que alquilan su sexo porque les toca y no porque quieren una vida fácil como lo supone esa designación de mujeres de vida alegre, se van ganando un espacio en la sociedad –muchas veces injusto-. Siempre he dicho que las putas son tan públicas como los empleados del gobierno, y por eso es que vale la pena inventarles sus verdades.

Pues bien, lo que les quería compartir, sin alargar la entrega, es un par de fragmentos que nacieron y supongo, algún día, utilizaré en un escrito dedicado a estas mujeres, espero les agrade:

COMO LAS PUTAS

Yo, al igual que las putas,
Entrego mi carne
En cada faena,
Vuelta poema.

QUE POR QUÉ LAS LLAMO PUTAS

¿Qué por qué las llamo putas?, pregunta alguien. Que porqué nombrarlas tan despectivamente, tan… ‘Peyorativamente’ es la palabra.

Pues bien, la diferencia esencial entre una prostituta y una puta es que la prostituta es sólo el título profesional, mientras la puta es una mujer, de carne y hueso, que alquila su carne porque le duelen los huesos.

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Quiero disculparme si de pronto he hecho entregas muy cortas, si quizá son pensamientos y razones que doy un poco salidas de tono, pero por estos días no tengo mucha tinta y el papel está un poco seco.
La imagen se llama Salón de la Rue des Moulins del pintor francés Toulouse Lautrec. Por cierto, este pintor tiene una historia bien interesante en cuanto a esto de los burdeles.
Gracias por continuar leyendo Ángel Lunático -en serio-.

jueves, 16 de abril de 2009

Intento de Semblanza

Estoy haciendo mis pinitos en este cuento de la Radio, aunque no sea mi medio de cabecera, en realidad no escucho radio. La cosa es que he descubierto que a pesar de las limitaciones temporales y recursivas que representa este medio, es posible lograr buenas cosas, o al menos intentarlo. Así no corro el riesgo de abandonar un poco el lenguaje con que manejo mis escritos.

Por eso, queridos lunáticos, hoy les traigo una muestra de lo que he hecho en la U.

Pretendía realizar una crónica, que luego se transformó en perfil, para tomar forma de semblanza. Aquí está un hijo deforme hecho con cariño.

Omaira Rodriguez es la protagonista. Actriz del Pequeño Teatro de Medellín y una mujer a la que admiro personalmente. Recomiendo para quienes gusten del teatro estar pendientes de obras como Emily Dickinson y Woyzeck.

Sin más palabras escritas y con mil disculpas por los errores del Movie Maker –que no manejo a la perfección-, aquí está:

Este audio hace parte del programa De La Urbe Radio, una realización de los estudiantes de periodismo de la U de A , que pueden escuchar en el 1410 AM (La Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia), los viernes y sabados a las 12:30 p.m.

sábado, 7 de marzo de 2009

Escapismo

¿Qué se puede esperar de un hombre como yo,
Que geográficamente está mal ubicado?

Frente a mi casa, un muro de ladrillos coarta sueños.

De mi terraza, diviso montañas rojas,
Y una ciudad que es un hueco.
Una ciudad cansada de parir muertos.
Vivo en otro agujero sin ventanas.

Soy un hombre que si decidiera escapar
Sería por un camino en loma,
Cuya cima obliga a mirar los mismos montes,
La misma urbe.

Salvo que huya por carreteras que llevan a lugares comunes.

Me queda mirar arriba,
Me queda la muerte como única salida.

domingo, 18 de enero de 2009

Medellín, debatida entre el olvido y el recuerdo.

¿No ves que vengo de un país que está de olvido, siempre gris, tras el alcohol?”, canta a media voz don Carlos* en una cantina del sector de Guayaquil en el centro de Medellín. Su única y humilde compañía: media de aguardiente, sin pasante por favor.

Mientras las putas se pasean por las calles a la espera de un amor de media hora, don Carlos se emborracha evocando sus aventuras e infortunios de una juventud hace años pasada. Tiene una mirada perdida este hombre, un semblante caído y unas sienes repletas de canas, de recuerdos; de olvido con nostalgia.

Se nota que es de esos hombres románticos congelados en la Medellín de antaño, en esa vieja ciudad donde aún se podía tomar un tinto y fumarse un cigarrillo en el parque Bolívar, sin los temores actuales; o concurrir al Salón Versalles, en la calle Junín, y hablar libremente de la prensa matutina.
Fuente del Parque Bolívar
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Es imposible caminar por las calles de esta ciudad sin respirar un denso aire de nostalgia, de tango, piensa don Carlos. Aunque hay una tristeza reinante: la ciudad ha empezado a envejecer y a olvidar. El cemento, como la maleza, ha comenzado a trepar por las laderas verdes, dejando un velo pesado de adoquines y baldosas grisáceas, algunas optimistamente anaranjadas.

La casa de los abuelos, las tertulias en la tiendita de don Rubén Burgos, la iglesia, el burdel... ¿Dónde quedan los lugares comunes de nuestro imaginario?, pareciera que en el abandono, y “uno se muere cuando lo olvidan”, dice don Carlos con unas tragos de más, parafraseando al maestro Mejía Vallejo. Construcciones, como recuerdos, si que se han derribado en esta pequeña villa.

En esos años en que la quebrada Santa Elena corría libre, majestuosos caserones yacían a su orilla con sus tradicionales molduras, sus baldosas adornadas, fuentes de agua, palmeras. Uno a uno fue desapareciendo, reemplazados por edificaciones que sustentaran nuestro acenso, hasta que fue un poco más que tarde para encontrarnos con que estábamos empezando a borrar nuestro pasado.

La quebrada fue ahogada con ríos de carros y una mole de brea renegrida, la avenida La Playa. La ciudad empezó a agrisarse, las costumbres a cambiar, los sombreros se dejaron a los campesinos y a los ancianos. La vieja Medellín fue quedando fragmentada, vedada por nuevas construcciones más modernas que le dieran un aire más cosmopolita. Solamente una casa quedó de aquella época de esplendor cuando todavía se respiraba oxigeno, la casa de los Barrientos.


Antigua Casa Barrientos, actualmente funciona la Casa de la Lectura Infantil.
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A diferencia de lo que se cree, la casa no perteneció en sus inicios a la familia Barrientos. Ha pasado por varios dueños, entre ellos el primero, José Lorenzo Posada, quien la construye para su familia en 1895.

Federico, Miguel, Emilia, Juan e Isabel, los hijos de Alejandro Barrientos Fonnegra y Maria Josefa Uribe Gaviria, son quienes adquieren la propiedad en 1925 por un valor de treinta mil ciento cinco pesos. En diciembre de aquel año muere Isabel, la hermana menor, y la parte que le correspondía pasa a sus hermanos. Lo mismo sucede con Emilia cuando fallece.

Pero los hermanos hombres habían relegado sus partes a acreedores, es así como Casa Barrientos, tras la muerte de su ultimo heredero, Federico, en 1983, comienza una serie de pleitos para encontrar su legatario. Un poco más de diez años duraron los litigios legales, tiempo en el que un albacea toma cargo de la construcción. “Esta persona se aprovechó de muchas cosas, dicen que él se robaba algunos de los muebles de la casa. La alquiló como posada. Le dio un mal uso”, es la historia narrada por Pablo Andrés Monsalve, estudiante de historia y promotor de la Casa de la Lectura Infantil, “Después el albacea huye. De él nunca más se supo nada, la casa se convierte en lo que se podría llamar vulgarmente El Hotel de los Gamines del sector”.

La construcción se fue llenando de huéspedes esporádicos, telarañas, maleza y una que otra leyenda urbana. No faltaron los cazadores de guacas quienes aseguraban que los Barrientos habían dejado su fortuna enterrada en el piso y las paredes de la casa. Cuando en 1995 la casona pasa a manos del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, está derruida, abandonada y saqueada; sus detalles han perdido el brillo de otros tiempos. El ICBF destina recursos para la limpieza y algunos arreglos, como el techo provisional de zinc. La casa permanece cerrada.

Pasarían ocho años hasta que finalmente el inmueble quedara al amparo de la Alcaldía de Medellín, que se comprometió a restaurar la edificación y darle uso público. En convenio con Comfenalco y la ayuda de la Fundación Ferrocarril de Antioquia, el municipio regeneró el bien que se convertiría en la actual Casa de la Lectura Infantil, abierta al público desde el siete de diciembre de 2007. “Primero se inauguró: la sala de lectura, la sala de exposición, la Bebeteca y el servicio de información local. En noviembre de 2008 se abrió la última etapa: el auditorio y el cafetín”, afirma Laura Arias, Coordinadora encargada y Gestora de información de la Biblioteca Pública Héctor González Mejía.


Interior Casa de la Lectura Infantil (arriba-abajo: Patio interior, Fuente, Bebeteca y Cafetín)
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De la anterior construcción se conserva cerca del 89%, “hay cosas que se reformaron por modernidad. La casa iba a ser utilizada como bien público y debía tener una reestructuración para sismo resistencia moderna. Igual sigue siendo de tapia. Los materiales casi todos son los mismos, con pequeñas variaciones”, dice Pablo Monsalve.

Pero Barrientos no es la única construcción que ha tenido la suerte de ser recuperada para ventura de la memoria urbana. La reparación de construcciones como el Palacio Bellas Artes, el Teatro Lido, y el mantenimiento de edificaciones como el Museo Teatro Prado, donde funciona actualmente El Águila Descalza, son ejemplos de conservación del patrimonio cultural e histórico de la ciudad.

Don Carlos ha vaciado la botella, tararea el bolero de turno y llama a una de las meseras para que le traiga otra media de aguardiente. “Empecemos por quemar el estomago, ya vendrán las penas”, dice mientras se manda el primer trago de su segunda botella. Luego empieza a relatar el encuentro con su primer amor, una putica diez años menor que él. Me cuenta que la conoció en la antigua Plaza de Cisneros, “esa que ahora es un montón de astillas”, como las que este hombre tiene en el alma.

Cuatro elementos rodeaban la Plaza Cisneros: El edificio Carré, el Vásquez, la estación del ferrocarril y el Pasaje Sucre. Este último “era patrimonio del orden municipal, y el ex alcalde Luis Pérez decidió en su administración que esa edificación había que demolerla para hacer una biblioteca temática y contemporánea (Biblioteca EPM)”, expone Luis Felipe Saldarriaga, Coordinador del Patrimonio de la Gobernación de Antioquia.

Al principio la Alcaldía estaba pensando en un proyecto que conservaría el Pasaje Sucre, la edificación estaba protegida como patrimonio cultural. Después se derogó la declaratoria que amparaba la construcción, lo que habilitó la solicitud de licencia de demolición, acabando con un patrimonio arquitectónico de más de 80 años.

Frente a la actual Biblioteca EPM está el Edificio Vásquez, una obra encargada por el comerciante Eduardo Vásquez en el siglo XIX y diseñada por el arquitecto francés Charles Carré. Se construyó en el sitio formado como punto de desarrollo para la vivienda y el comercio. Es recordado por ser el primer edificio de apartamentos de la creciente Medellín, junto con su vecino el Carré, donde ahora funciona la Secretaría de Educación.

Edificios Carré y Vásquez.
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Declarado Bien de Interés Cultural de carácter nacional en el 2000, El Vásquez fue restaurado gracias a la concertación de la Caja de Compensación Familiar de Antioquia (Comfama), y la Alcaldía de Medellín. Un proyecto que demoró nueve meses y costó dos mil novecientos millones de pesos.

El proceso que se utilizó para la reestructuración del edificio, según un informe de presa del inmueble, fue el de sostenerlo en andamios, desarmar las columnas en que se apoyaba, colocar una estructura más resistente y cubrirla con el ladrillo original. El techo del patio central, inicialmente de caña brava y barro, se reemplazó por una teja transparente que le da un toque moderno e iluminación natural a la casa. La esencia comercial del primer piso se conservó y actualmente el edificio cuenta con varias tiendas, una librería y una cafetería. La fachada fue quizá el cambio más evidente, se retiraron las capas de pintura y cemento para descubrir el adobe original. Se habilitaron cuartos con muros de dry wall que permitieran su retiro posteriormente, donde funcionan algunas oficinas y salones que administra Comfama.

Detalle del techo, escaleras y balcones al interior del Ed. Vásquez.
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Resulta que a don Carlos le mataron a su amor, por eso cuando ha sonado Senderito de Amor se le han llenado los ojos de lagrimas, y la boca de aguardiente. “A mí no se me fue el amor, se me lo llevaron que es distinto”. Medellín se fue llenando de edificios, y de muertos. “Y olvido, sobre todo”, dijo. Después se abstrajo en sus cavilaciones.

“Tenemos una sociedad a la que no le gusta lo viejo, lo miramos mal, es un estorbo, y lo mismo pasa con las edificaciones en Medellín. Por eso no tenemos un centro histórico como en otros lugares”, opina Luis Felipe Saldarriaga, y continua: “El centro lo borran cada una o dos generaciones y son felices reconstruyéndolo con edificaciones nuevas. Por eso son tan importantes los programas de formación en patrimonio”.

Además de su ocupación en el Patrimonio de la Gobernación de Antioquia, Saldarriaga es coordinador de Vigías del Patrimonio Cultural, un programa que adelanta la Dirección de Fomento a la Cultura de Antioquia. Creado con el fin de formar a la comunidad en el reconocimiento, valoración, protección, difusión, apropiación social y desarrollo creativo del patrimonio. El programa ha estado vigente desde 2004.

“Si la comunidad no se forma en los valores de respeto al patrimonio cultural, de nada vale cualquier acción de salvaguarda del mismo”, opina el Coordinador, “el hecho de invertir grandes sumas de dinero en restauración, no tiene el mismo impacto si no hay una comunidad que se responsabilices del sostenimiento, cuidado del patrimonio, y de todo lo que tiene que ver con que permanezca para las generaciones futuras”.

Luis Felipe Saldarriaga considera que la protección al patrimonio no debe quedar solo en cabeza del estado, sino que las localidades deben apoyarlo, acogiéndose a los programas de auxilio a estos bienes. Piensa que es valioso invertir recursos en restauraciones, pues es mucho más grave perder parte de la identidad y el legado cultural que heredó nuestro departamento.

El programa trabaja con aportes presupuestales propios de la Gobernación de Antioquia y los impuestos del I.V.A. celular que el Ministerio de Cultura transfiere al departamento. Aunque estos recursos aparentan ser muchos (en 2008 se transfirieron dos mil doscientos veinte millones), son todavía insuficientes. “Una sola restauración se lleva eso y mucho más”, apunta Saldarriaga, quien ejemplifica la idea con la renovación de la Catedral Metropolitana, que podría costar cerca de siete mil millones de pesos.

Fachada de la Catedral Metropolitana de Medellín.

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Un ciudadano del común que quiera hacerse participe de los Vigías, debe estar adscrito a una entidad (pública o privada), legalmente constituida. En caso de que el organismo al que acuda la persona no tenga una relación con el programa de Vigías del Patrimonio Cultural, puede proponer la creación de un nuevo grupo, de tres o más personas.

En Colombia, desde 1997, se ha creado una jurisprudencia alrededor de los bienes de la nación. A partir de la Ley 397 del 97 (ley de cultura), complementada con la Ley 1185 de 2008 (nueva ley de cultura), y estas a su vez articuladas con la de Desarrollo Territorial (388 del 97), es posible una inclusión y atención al patrimonio cultural en los planes de gobierno.

El Plan de Ordenamiento Territorial (POT) del municipio de Medellín, también dedica uno de sus capítulos a la reglamentación sobre todo lo relacionado con el patrimonio. Incluye además, una listado de los sitios, edificaciones y espacios públicos declarados Patrimonio Cultural de la Nación, entre los que destacan: El Hospital San Vicente de Paúl, el Paraninfo Universidad de Antioquia, la Iglesia de La Veracruz y el Cementerio de San Pedro. Y otra lista de los sitios de interés para el municipio de Medellín.

Pero la comunidad también tiene mecanismos para velar por el patrimonio. En caso de que una persona encuentre un bien que debe ser considerado de interés para el municipio, departamento o nación; está en el deber de demandar, ante las autoridades competentes y organismos asesores, sobre el atropello cometido contra el patrimonio.

Por falta de atención oportuna sobre los inmuebles y por los pocos recursos destinados a este fin, se han perdido importantes sitios de interés histórico y cultural en la ciudad. Fue el caso del Edificio Gonzalo Mejía, demolido a finales de los años 60, y donde funcionaba el teatro Junín y el hotel Europa. “Era muy viejo y de sólo dos niveles –cuenta Saldarriaga- Había que construir una torre que económicamente fuera más rentable. Así fue como un patrimonio que atropello a otro se convirtió en símbolo de Medellín, el Edificio Coltejer”.

“Esta ciudad, como las putas, olvida sus amores con los otros que aparecen”, dijo don Carlos antes de caer dormido sobre la mesa. He pagado su cuenta. Esas viejas pasiones le deben pesar en la cabeza. Cuando anochece en Medellín, un halo frio, fantasmal, antiguo; despierta. Recuerdos que esperan ser evocados.

Palomas en el Parque San Antonio.

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*Don Carlos es un personaje ficticio, cimentado en frases y recuerdos que recolecté de algunos personajes durante el proceso de reportaría. La canción con que inicia el artículo es el tango “La Última Curda”.

Agradecimientos a:
-Luis Felipe Saldarriaga, coordinador del Patrimonio de la Gobernación de Antioquia y del programa Vigías del Patrimonio Cultural.
-Laura Arias, gestora de información y coordinadora encargada de la Biblioteca Pública Héctor Gonzales Mejía.
-Pablo Andrés Monsalve, Historiador en proceso y promotor de la Casa de la Lectura Infantil.