"Yo no sé hablar como todos, mis palabras suenan extrañas y vienen de lejos,

de donde no es, de los encuentros con nadie.

¿Qué artículos de consumo fabricar con mi melancolía a perpetuidad?"

Alejandra Pizarnik


miércoles, 1 de septiembre de 2010

¡Cállese Lacan!

“Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios”
Oliverio Girondo

Fragmentado como este escrito, que no pretende más que ser un ejercicio de talkin cure, o más bien, writing cure. Necesidad de sublimar. Fragmento, fractura, las piezas no cazan tan bien por todas las fisuras y el pegamento entre ellas. Fractal, un espejo enfrentado a su gemelo, una versión de eternidad, la misma historia que se repite, se repite… un teléfono descolgado… eterno retorno a blanco y negro, en sepia, luego a color, para que al menos algo se altere. Como para no morir de hastío, como el pobre Casafús.

Geográficamente mal ubicado, eso está claro. Siempre ando por ahí, donde no soy y por donde no es.

“I’m one of those melodramatic fools, neurotic to the bone, no doubt about it”

Dibujo sombrillas en los vidrios empañados, ya sea porque me recuerdan al Pretendiente de Caicedo –“Si pego la frente al vidrio dejo también charquitos de aliento”-, o al pintalabios de Marciana mientras se la cogen en un sucio bar al que asiste gente que se siente muy heavy porque se leyó Ópio en las nubes, o porque vi Le fabuleux destin d'Amélie Poulain, lo que me convierte –en suma-, en un ser excéntrico, tan diferente -como los demás-, o a la manera janisjopliana: “I'm one of those regular weird people”.

En resumen, resumiéndome: la redundancia de la primera persona del singular, en un lugar común, en tiempo presente. Un cliché.

La frase ya sabida, tantas veces repetida, el doble de olvidada. Y su rumor en el aire:

-Aimer, c'est donner ce qu'on n'a pas à quelqu'un qui n'en veut pas.
-Cállate, Jacques.

La misantropía alimentada por pensarnos tan distintos:

“La única manera de atrapar un lobo es a la manera de los esquimales, pero pocas personas lo saben. Cuando un sitio es muy apartado y no hay manera de salir a cazarlo, porque salir significa perecer, se hace del mismo animal la trampa. Se entierra de mango un cuchillo en la nieve, bien visible y untado de sangre fresca. El lobo acude enloquecido por el olor, comienza a lamer la hoja afilada y, ebrio de su propio sabor va tajándose la lengua y emborrachándose de placer con su sangre; termina exhausto en la nieve, desangrado, presa segura de un astuto cazador. Te quería decir con el relato de esta conversación, que el asunto amistad, a la postre, no pasa de ser el cebo de un cuchillo tentador y brillante, en donde encontramos nuestra esencia y sucumbimos gustándonos. ¡Amistad!, Inari, sólo es una identificación entre los defectos de unos y otros: esa afinidad exacta entre la sangre del cuchillo y la sangre del lobo, es sólo comparable con nosotros, pese a que desconocemos cuándo hacemos de cuchillo o de lobo. Nos buscamos precisamente por considerarnos diferentes y superiores, haciendo a un lado la realidad: ¿sabes cuál? La realidad de nuestra debilidad, que hace necesario que nos unamos para hacer una masa compacta y estrecharnos duramente para no sucumbir. Es duro reconocerlo, pero somos personas normales”

Fanny Buitrago, El Hostigante Verano de los Dioses.


-Aimer, c'est donner ce qu'on n'a pas à quelqu'un qui n'en veut pas.

Seres en falta. Pisoteados, con la ropa sucia de huellas mnémicas: el olor del croissant, las bombas de helio escapando, la nariz hundida contra la almohada de la madre, el sonido de un redoblante, la sensación del vello incipiente al tacto; si acaso una figura a contraluz por la persiana que existe tras ella (él).

Y todos compartimos lo mismo, lo que no tenemos a quienes no somos. La tarjeta de crédito siempre a la mano para obtener algo que no será nuestro por el simple hecho de no comprarlo con lo que nos pertenece. Al final, el reporte a las entidades financieras. No habrá más préstamos.

A veces cuchillos, a veces lobos. O ranas, o nadie:

Soy nadie. ¿Tú quién eres?
¿Eres tú también nadie?
Ya somos dos entonces. No lo digas:
lo contarían, sabes.

Qué tristeza ser alguien,
qué público: como una rana
decir el propio nombre junio entero
para una charca admiradora.

Emily Dickinson

4 comentarios:

  1. No creo que sigas en esa misma historia que se repite, al menos no con las mismas condiciones, fuiste valiente de tomar el eterno retorno y retornarlo a la mierda... Tal vez sea algo pasajero, sé que no es más que una sublimación momentánea... Pero yo, soy otra historia, sigo condenado al mismo lugar, ese lugar común, y temo que lo he confirmado, no podré salir de allí, tvb

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  2. Ufff...Necesito muchos vasos llenos de menjurges sabrosos para superarlo...
    No tengo sombrero, pero de tenerlo me lo quitaría...

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  3. Me impactó el relato de la Buitrago sobre cómo atrapar a un lobo O_o
    Tu manera de escribir, un poco vaga, en el buen sentido de la palabra le da un sentido moderno y marginal a la literatura. Me agrada eso

    Volveré

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