sábado, 28 de noviembre de 2009
Lo que es la vida
jueves, 26 de noviembre de 2009
Guardarropa
Los fetiches están bien escondidos en los rincones, allá, tras otras prendas menos indecorosas. Escondemos viejos tiempos, por si una noche nos da por almidonar la memoria.
No faltará el extraño que llegue a despojarnos de pretextos, recatos y esos accesorios necios, entonces descolgamos el goce para hacer espacio a los que tanto estorban entre sábanas, los escrúpulos que se escurren ensopados.
Hay días en que nos encerramos para hacerle compañía al engendro solitario y cuando salimos, todos húmedos y oscuros, no soportamos el aire limpio y la luz que hostiga en los ojos.
Habitan corazones que van quedando en desuso, o terminan devorados por los insectos que se deleitan con los harapos que vamos guardando; y por eso el amor huele a polilla estrellada contra parabrisas.
Es importante entonces, no olvidar colocar las bolitas de naftalina en el armario, sacar los trapos al sol, darle un baño a nuestro monstruo una vez al año.
martes, 17 de noviembre de 2009
Sex-soft-on
Sexsofton es incendiarte con las luces que se duermen.
Sexsofton es descoser tu vestido, como deshace el músico vecino el corsé de su instrumento.
Sexsofton es la melodía fluida por la ventana, los fluidos melódicos por las sabanas, los gemidos espasmódicos que se riegan de tus labios, los del saxo.
Sexsofton, el compás de tu vientre.
Sexsofton, el blues del músico al saberse solo.
Sexsofton, absorber el jazz que llevas dentro, escucharte cantar How High the Moon, verte partir a otro mundo mientras te vienes en este.
domingo, 8 de noviembre de 2009
B Movie
Odiabas las comedias románticas, por eso cuando llegué a tocar a tu puerta, con la conocida excusa de la taza de azúcar, gritaste: ¡Corten! Y la escena se repitió.
Allí estaba yo, saliendo por la ventana de mi apartamento a siete pisos del mundo. El trato era que yo debía entrar por la ventana de tu habitación y pedirte que me ocultaras de unos agentes del F.B.I. que querían investigarme por presuntos nexos con extraterrestres o Al Qaeda. Sin poleas ni arnés alcancé tu ventana…
¡Corten!
…La ventana estaba atascada, yo a siete pisos de mi integridad y tú en mi apartamento animándome a que hiciera el recorrido de vuelta, con un té de manzanilla en las manos.
Por lo menos nos entendíamos en la cama, o eso creo. Siempre lo dudé por tu notable habilidad en las artes escénicas. A veces te inventabas algún pretexto para llegar tarde a casa e intentar conseguir un traje como el de Liza Minelli cantando Mein Herr, o el de la Hayworth en Gilda. Y mientras te quitabas el guante soñando ser Rita, yo le echaba la culpa a la Madre Naturaleza por el terremoto de San Francisco, por Rita Hayworth y por tu striptease. ‘Put the blame on Mame, boys, put the blame on Mame'; cantabas.
No logré entender que tenías en la cabeza. Siempre te veía por ahí, tranquila y de repente se te antojaba algo. Así fue como llenamos un cuarto de canarios para que tú pudieras sentir el horror de Tippi Hedren. Fue una lástima que terminaran revolando por toda la casa mientras cerrábamos las ventanas.
-Algo de espontaneidad no vendría mal- te propuse y…
¡Acción!
El florero estrellado contra el muro, un sofá volcado en la sala, a la vez que tú recitabas las líneas premeditadas: que lo tuyo era el cine, que te dejara vivir en tu película, que qué sucedía con todo el mundo que querían convertirte en lo que tanto odiabas. Yo, en un intento de salvar mi pellejo de tu histeria, salí corriendo del apartamento rumbo incierto. Grave error, el melodrama apenas comenzaba: mi ropa lloviendo desde el balcón, los cigarros esparcidos al viento, tus frases aventadas por la calle y los vecinos señalando al pobre desgraciado que yo representaba.
-¡Mujer, la tele no!- te grité- entiende que lo nuestro no es más que una B-Movie, una pareja de bajo presupuesto.
Y así es como salgo de tu película, con sangre de la de verdad porque no había para más. Tú sin tele, yo sin ti.
Te ves bien en pantalla grande dando vuelcos por los balcones, escapando de los policías que ahora van a tu encuentro. El enfoque a tus pantorrillas para desorientar al cerdo portero es casi tan impresionante como el brazo descubierto de la Haythworth. Corre mujer, corre. Haz autostop por las carreteras. Yo entretanto iré por algún refresco. Cuando vengas trae una antena nueva para la tele y popcorn que ya no tengo. En los créditos nos vemos.
lunes, 2 de noviembre de 2009
Pensamientos inútiles a las 3:33 de la madrugada
1.
Tres y treinta y tres en verde fluorescente titila el despertador. El despertador fluorescente titila en verde: tres y treinta y tres. Titila fluorescente el despertador las tres y treinta y tres en verde. Tengo una amiga quien gritaría si viera ese número, sufre algo así como una triscaidecafobia pero con el número trescientos treinta y tres; o más bien una triplehexafobia dividida por dos. Sí, seguro moriría en este momento con el tráfico de tic-tac en los relojes del cuarto contiguo, el del relojero. También sé de un niño que cuando tiene pesadillas en la noche corre al cuarto de sus padres, se detiene ante la puerta y prefiere dormir allí en el suelo; lo espantan esos pasos acompasados del reloj al otro lado.
2.
Cuántas escaleras habré escalado para confirmar que si el menguante de la luna no es más que la sombra proyectada por la tierra, y si yo -habitante de este mundo, terrícola escapista, humano orbitando la locura- lograse alzarme lo suficiente para que el sol recayera sobre mí, también mi sombra se reflejaría en la luna.
3.
Qué gran avance ha representado para la literatura la máquina de escribir y, posteriormente, el teclado de computador. Antes, la costumbre era la de redactar a una sola mano, bienaventurados los onanistas ambidiestros. Pero ahora todos podemos pertenecer a ese excelso grupo que ha logrado una economía estable en sus dos manos: de a tres teclas por dedo, el comunismo del teclado. Sí, en definitiva la producción literaria pudo haber aumentado; su calidad… dejémoslo en que ha entrado a eso que llaman producción a gran escala. Por eso, aunque ahora se escriba a dos manos por hombre, la muy condenada seguirá incompleta.
4.
¿Que por qué era tan grande Mercedes Sosa? Imagínese usted, tener que cargar con toda la voz de Latinoamérica. Se debe ser robusto, fuerte y grande, con la piel gruesa y bien puesta para no romperse con esos gritos, gruñidos y llantos.
5.
Para sobrevivir en Medellín se deben dejar los escrúpulos de lado, aprender a tratar con las putas y poco a poco desmontarles las cuchillas que llevan entre las piernas. Mejor dicho, hay que saber alzarle la falda a las montañas.
6.
Tres y treinta y tres de la madrugada. Se fue la luz. Ya no titila el despertador. Tres y treinta y tres rezaba en verde fluorescente. Y como a esa hora se fue la luz, entonces esa hora seguirá siendo hasta que vuelva. Pero la luz no se va, se fue la energía, porque la luz la tengo en esta vela. Mejor dicho, se trasformó la luz como la energía, que tampoco se va, sólo que el lenguaje no es suficientemente explicito para decir algo como que se apagó el bombillo a causa de que los impuestos no han sido pagados. Pero la vela me es suficiente. Se refleja mi sombra en la pared, como lo haría en la luna si me alzara lo suficiente. También está la sombra de mi cigarrillo y de pronto me pregunto por qué cuando lo aspiro, el de mi sombra también se consume pero no se enciende como el mío. Concluyo entonces que no soy el único oscuro esta noche, también el pobre quema su pena sin hacer mucho ruido.