Nosotros, los seres que corremos la cortina al día, los engendros noctívagos, los exiliados del mundo diurno, los fotofóbicos, los trasnochados; nos componemos de átomos embriagados, un polvo que supura de cada antro y se extiende de la botella al vaso, del vaso a los labios, irriga por las comisuras y de allí a la mano que lo esparce al cabello, a la ropa… llega a las suelas.
Como los Muiscas y su Dorado, es oro líquido lo que nos baña. Es la cerveza el Ápeiron, El Fuego, la sustancia primaria del universo nocturno, la esencia creadora de toda existencia pagana e insomne.
Nosotros, dueños del Bacanal nocturno, invocando a nuestro Dionisio, que emana reinventado de la cebada.
Como los Muiscas y su Dorado, es oro líquido lo que nos baña. Es la cerveza el Ápeiron, El Fuego, la sustancia primaria del universo nocturno, la esencia creadora de toda existencia pagana e insomne.
Nosotros, dueños del Bacanal nocturno, invocando a nuestro Dionisio, que emana reinventado de la cebada.
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