"Yo no sé hablar como todos, mis palabras suenan extrañas y vienen de lejos,

de donde no es, de los encuentros con nadie.

¿Qué artículos de consumo fabricar con mi melancolía a perpetuidad?"

Alejandra Pizarnik


sábado, 11 de julio de 2009

Cómo Cocinar un Muchacho (Parte IV)

MEDIO ROJO, TRES CUARTOS O BIEN COCIDO
La carne, carne será.


“Los vicios de sexo, no son vicios”
Joaquín Sabina


Tras haber definido Orientación e Identidad sexual y de género y todas sus diversificaciones, doy ahora mi diatriba con aires de utopía, escandalosa quizás para los defensores de las ‘buenas costumbres’ que aún no han colgado sus obsesiones en el PERCHERO, y que siguen leyendo porque, como dice Millôr Fernandes: "Pornografía es todo aquello que excita a los moralistas".

Mi sermón va para los dos bandos en disputa, por un lado los reaccionarios contra las manifestaciones de la sexualidad, por otro a los defensores acérrimos de la diversidad.

Un día escuché a alguien decir, no recuerdo quien, una frase que se quedó en mi memoria y que está en mi colección de frases celebres: “La naturaleza no se desvía, se diversifica”. Siendo así, como las raíces de un árbol que cada año tiene más, la sexualidad, apéndice de la naturaleza, también se expande como dicen que lo hace el universo. Ella agrandándose y nosotros conteniéndola, dividiéndola, partiéndola y reprimiéndola. Un día de estos, el universo va a estallar de tanta sexualidad y no habrá rincón en donde esconderla.

Decía entonces que estoy en desacuerdo con los fanáticos de lado y lado. Los que la quieren reducir a su mínima expresión, con sus ajados y desvencijados pretextos por defender ‘la sagrada institución de la familia’, y los que por defenderla, terminan definiéndola y redefiniéndola, tratando de contenerla en frascos diferentes.

Pienso en el humano y su complejidad, y más que en el humano en la naturaleza en general. "Llamamos perversa a una práctica sexual cuando se ha renunciado a la meta de la reproducción y se persigue la ganancia del placer como meta autónoma", dice Freud. Castigamos con amenaza de iniciar cruzadas y escalfar a los indecentes, sólo por apelar a su derecho al libre goce.

Antinatural es la primera palabra que aparece en el diccionario de los que se alborotan ante el vocablo homoerotismo. Antinatural y contra la voluntad de Dios todo poderoso. A lo de antinatural tengo una respuesta sencilla: científicamente comprobado que los delfines tienen sexo por placer y que en más de mil especies animales se han encontrado comportamientos homosexuales. Para el segundo argumento, el de la voluntad de Dios, me gustaría que el escrito de José Saramago, El Factor Dios, fuera masivamente leído.

En 2004 una noticia recorrió la internet, invadió la blogósfera y páginas dedicadas a la comunidad LGBT; dos pingüinos del zoológico de New York, Roy y Silo, habían seguido el ritual de apareamiento normal en estos animales. Lo particular de la historia es que eran dos pingüinos macho. Reunían piedras para similar huevos y los empollaban como lo hacen todos los pingüinos. Un celador, al ver esto, tomó un huevo abandonado del que salió Tango. Algunos opinaron que este comportamiento al igual que el infanticidio, era común en el reino animal y no por eso deseable en los humanos. Otros apreciaron la noticia como muestra de la sexualidad dentro de los animales, que no tiene como fin único la reproducción.

Si bien es cierto que nadie desea que se maten niños porque tenemos la capacidad de razonar y pensar que son criaturas indefensas, tampoco se puede comparar un infanticidio con un acto homosexual. Siempre debe haber límites, una normatividad más de convivencia que de restricción. Un acto sexual, siempre que sea acordado por las partes y disfrutado por ambas, será tan permisible como que un suicida renuncie a su vida –guardando diferencias-.

Ahora hablaba de mi planteamiento utópico, porque aunque a veces me parece que vamos en esa dirección, siento que nos faltan terrenos por dejar atrás, y más percheros para colgar las condiciones que se nos van pegando en el camino. Pienso que una sexualidad responsable, concibiéndonos como sujetos con responsabilidad social, y con el respeto, la libertad y la admiración que merecen las obras de arte y el sexo, sería el clímax al que podemos esperar llegar. No hablo de un mundo donde en la calle, en los postes y en las aceras se vean personas copulando, ni de un Jardín de las Delicias como el cuadro de Bosch. Hablo de la eliminación de barreras en el sexo, una liberalización sexual, y una quema masiva de los condicionamientos.

El sexo, lo decía, debe ser un acuerdo. Por esto no defiendo prácticas como la zoofilia ni la pedofilia, o los accesos carnales violentos. No hay un acuerdo justo, las partes no están en iguales circunstancias.

Doy por terminada mi perorata contra los mutiladores de la sexualidad. Ahora la inicio contra los del otro lado.

LGBT, son las siglas con las que se suelen clasificarse las manifestaciones sexuales diferentes a la heterosexualidad. Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero. Pero esta clasificación se queda corta para las variantes y las mixturas que puede presentar el universo del Eros. Aparece entonces una discusión que obliga a la adición de nuevas siglas al término original y a reformar muchas de las clasificaciones preestablecidas. Surgen variantes como los Queer, Usure o inseguros-indefinidos, Aliados o heterosexuales “entendidos”-“gayfriendly”, Intersexuales, y hasta los Fetiche. Pido disculpas a quien se sienta discriminado, si la sigla con la que se identifica se me ha pasado por alto.

Con tanta diversidad, no alcanzarían las letras y sería tan engorroso como nombrarlos uno a uno en una nota breve de trescientas palabras. Pero hay quienes insisten en encontrar nuevos nombres, nuevas ramas y nuevas siglas para nombrar lo innombrable. Entonces, se encuentran artículos noticiosos que no se ponen deacuerdo si la G debe estar antes que la L, o si colocar las tres T para cada uno de los Trans; otros añaden una Q para no olvidar a los ‘raritos’ o la H o la S, porque no se debe discriminar a los heterosexuales o straights.

El Sociólogo, filósofo, educador, investigador, activista, entre otros títulos, Manuel Antonio Velandia, escribe en un correo a varios de sus lectores, refiriéndose a las diferentes marchas de la comunidad LGBT: “Si los establecimientos se llaman de “homosocialización”, debe ser porque no atienden lesbianas, ni bisexuales, ni transexuales, ni travestis, ni transformistas, ni intersexuales, y mucho menos queers y tampoco aceptan heterosexuales o aquellos que no son homosexuales sino gay, maricas, maricones, loquitas, etc”.

A mi parecer, sería molesto -pido disculpas si me equivoco-, decir algo así como: los establecimientos de lesbo-gay-bis-trans-drag-queer-inter-hetero…-socialización. Y no quiero decir que no debemos llamar las cosas por su nombre, pero con lo que disido, es con esa costumbre de especificar, clasificar, particularizar, con una asepsia de cirujano; cometiendo el error que he repetido durante el texto: la mutilación y especificación de la sexualidad.

No voy a entrar en el área del llamado Análisis Crítico de Discurso, pero a veces al defender tan fanáticamente algo, se termina por agredirlo. Eso es lo que sucede con la diversidad y la diferencia, pedimos respeto e igualdad, que se nos trate igual pero seguimos creyéndonos los diferentes. Ojalá comprendiéramos que las identidades y las orientaciones son una prenda más a vestir. Hoy puedo querer llevar una camisa y un jean, mañana quizá quiera usar corbata o una peluca roja, rímel en los ojos y carmesí en los labios. Si comprendiéramos la sexualidad como un accesorio más en el perchero, podríamos combinarla y, quien sabe, hasta algunos muertos podríamos evitar.

Ser o estar, que dilema más utilizado, tan eterno, nadie se ha decidido. Pero, para cerrar este escrito, diré que el Ser crea cierta condición: SOY HETEROSEXUAL, y tremendo problema si cambias de opinión. Pienso entonces que sería correcto utilizar el Estar, sonaría como: Hoy ESTOY COMO GAY, y no habría inconveniente si al día siguiente te despiertas diferente.

Por eso hoy Estoy, mañana “ya veremos” me dice la parca al oído...

1 comentario:

  1. Ángel Lunático:

    Excelente escrito. ¡Vaya reflexión has hecho! Sólo le agregaría que lo mejor es decir que somos seres sexuales y las variantes que se las ponga cada uno (o cada par), según como se sientan o "sean" en el momento. Así que la respuesta a la manida pregunta de cuál acera andamos, debería ser: "La que me apetece hoy". Como contestaba Buika: "Yo soy trisexual". Y olvidarnos aún más de "pasivos", "activos", "versátiles" y demás categorías. ¡Abajo las clasificaciones!

    Siente un abrazo mágico, púrpura y eróticofestivo.

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