“Supongo que podría estar bastante enfadado por lo que me paso, pero es difícil estar enfadado, cuando hay tanta belleza en el mundo. A veces siento como si la viera toda a la vez y es demasiado. Mi corazón se llena como un globo que está a punto de estallar... Y entonces recuerdo que tengo que relajarme y no intentar aferrarme a ella, y entonces fluye a través de mí como la lluvia y no puedo dejar de sentir gratitud por cada simple momento de mi estúpida y pequeña vida... No tienes idea de lo que estoy hablando. Pero no te preocupes... algún día la tendrás”
American Beauty, quizá sea uno de los films más hermosos que jamás haya visto. Desde hace un tiempo se viene criticando el cine que nace en Hollywood y para nadie es un secreto la falta de creatividad que ha rondado aquel lugar en los últimos años. Pero no quiere decir que todo sea malo, pobre de aquellos que no encuentran en lo común lo verdaderamente bello y eso es American Beauty.
Algo tan simple como mirar al cielo y ver las nubes pasar, las arrugas en las manos de tu abuela, cuando una lagrima se desprende de un ojo triste o descubrir la sonrisa de alguien que te mira. Porque bello no es solo aquel colorido y esas curvas simétricas y los ojos azules de repetidos modelos en pasarelas brillantes; porque la belleza golpea cuando se mira, porque no basta verla sino observarla, sentirla en cada molécula y descubrirla a cada paso; cada instante es único y eres un espectador afortunado, nadie mira a través del mismo cristal.
Desde el titulo se anuncia la cantidad de significaciones que aguarda la película, la American Beauty es una especie de rosa hibrida, lograda a partir de modificaciones genéticas para obtener una flor perfecta –en apariencia-. Así, aparece una crítica para una sociedad postiza, de sonrisas rígidas, pieles de botox y frigidez afectiva; una sociedad de bellezas artificiales. Pero no todo está perdió, hay quienes encuentran algo más allá, lejos de la complejidad del razonamiento. Ya lo sabía Oscar Wilde cuando decía “La belleza, la verdadera belleza acaba donde empieza una expresión inteligente”.
Cuando vi la cinta por primera vez me sentí un poco como Lester Burnham (Kevin Spacey), desgraciado al despertar de ese “coma” en el que se encontraba; luego me identifique con Ricky (Wes Bentley) al darme cuenta de toda esa vida que hay detrás de las cosas; y al final no pude sino sentir esa gratitud de la que habla la película, por cada pequeño instante, cada pedazo de belleza que esconde nuestras insignificantes vidas.
Es uno de esos films que nadie puede perderse, habrá quienes crean que es una cinta romántica en su tratamiento, pero vale la pena apostar un poco por encontrar que a la vida hay que pintarla, vivir de una realidad ficticia es un acto suicida y debemos sacar –o inventar si es necesario-, esa magia tras los instantes para hacerla soportable.
Aquí les dejo el tráiler de la película: