"Yo no sé hablar como todos, mis palabras suenan extrañas y vienen de lejos,

de donde no es, de los encuentros con nadie.

¿Qué artículos de consumo fabricar con mi melancolía a perpetuidad?"

Alejandra Pizarnik


sábado, 24 de octubre de 2009

En Buenas Manos

“Oh mis muertos
Me los comí me atraganté
No puedo más de no poder más”
En Esta Noche, En Este Mundo – Alejandra Pizarnik


-Abuela, los perros no bailan, los que bailamos por la plata somos nosotros.
-Pero un perro bien entrenado baila porque baila.
-Igual que un hombre bien remunerado.

Pobre de mi abuela, se fue engañada. Creyó que todo iba a cambiar, que quedaríamos en buenas manos. Seguramente el día que se fue pensaba que la nevera estaba llena, que la leche no se vinagraba hervida. Que todo mejoraría, que quedábamos en buenas manos, creyó que todo iba a cambiar. Se fue engañada, pobre de mi abuela que en paz descanse.

-Papá, me sabe mal este café. Le digo que la leche está vinagre.
-La leche hervida no se vinagra.
-Pero si lleva una semana ahí puesta.
-Todo está bien, mijo, impresiones suyas.

Papá, yo le advertí lo de la leche. De seguro la vaca estaba enferma, tendría la ubre infectada, la leche cortada. Sí ve, papá. Yo se lo dije. La abuela dejó la leche ahí puesta, pero ya estaba vinagre desde antes, por eso la hirvió, para intentar arreglarla. Pero ya ve, papá, lo mal que le ha caído el café de esta mañana, por eso yo no lo tomé.

-Mamá, no lloré. Mire, deje toda la ropa de mi abuela ahí en el armario. No hay necesidad de hacer eso ahora.
-Es mejor ventilar la pena, mandarla a quemar. A alguien le servirán estas prendas.
-Sí, mamá, pero no hace una semana que la abuela murió. Venga, no se ponga en esas. Tómese este cafecito para que llene el estomago.

Sí ve, mamá. Lo confirmamos. Son las vacas las que están dañando la leche antes de darla. Vea que ya papá y usted están en cama. Lo mejor será dejar de tomarla, por lo menos hasta que las vacas dejen de dañarla.

-Ay, mamá, la leche no deja de llegar cortada. Algo les pasa a las vacas. Pero mientras tanto, coma algo y páselo con agua. Dele a papá.
-Comamos los cuatro, llame a su hermano.
-No, mamá, ya me han traído a mí el alimento. No les guardé porque no me lo permitieron. Tuvieron que cambiarme las sabanas, les había escondido unos bocados a ustedes bajo la almohada.
-¿Usted ya comió?
-Sí, una mujer entró al cuarto y me dio de comer. Yo le pedí para ustedes, pero fue como si no me escuchara. ¿Dónde está Martín, mamá?
-En el cuarto de la abuela, encerrado.

Martín está como raro. De pronto sus rasgos están perturbados. No creo que sea la leche. Tal vez el agua también ha llegado envenenada. Nos van a dejar morir de hambre, que alguien haga algo.

(-Tranquilo, tranquilo, va a sentir una picadura y…
-Pero mire, que es Martín, está muy raro, como desfigurado. Hace tanto no come…
-Tranquilo, duérmase).

-¡Mamá!, mamá despierte. Papá esta vomitando. ¡Mamá! vístase que nos vamos. Vaya póngase la chaqueta, voy a despertar a mi hermano. Escuche allá afuera lo que está sonando. ¡Despierte, mamá!

Qué le pasa a Martín que de pronto se ha puesto morado. Que son esos ojos tan extraños. No parece mi hermano. Y papá se ha quedado encerrado en el baño. Todo está vuelto mierda, los trastos no se han lavado. La alcoba de mi abuela desordenada, que extraño. Esta mañana estaba todo arreglado. Oigo pasos.

-¡Mamá!

Fue el agua que les hizo daño. ¿Pero por qué Martín está amoratado?

(-¡Quién es usted, qué me está inyectando! Le digo que yo no los maté, fueron las vacas, el agua y los que entraron rompiendo la puerta y disparando a todos lados. Nada es muy claro.
-Shh… tranquilo, sólo es un delirio).

Sé que mamá ya estaba muerta, yo lo sé, antes que ellos irrumpieran. Se estaba allí quietica. Sin embargo uno de ellos se acercó y le asestó un disparo entre sus parpados. A papá no lo vi, pero no salió del escusado. Al pobre Martín sí, lo vi todo, yo estaba escondido entre el armario del cuarto de la abuela, él recostado en la cama. Ellos entraron, mi hermano apenas alcanzó a detallarlos. Estaba gritando porque lo había despertado el disparo en la habitación de mis padres. Pobre Martín, yo lo vi, el me miró también sin delatarme.

-Abuela, que los perros no bailan. La leche está vinagre. El agua sabe raro. Abuela, le desordenaron la cama, no se enoje conmigo. Qué hago con Martín que lo veo desmadejado. Abuela, Martín se ha escurrido entre las sabanas y mamá no puede venir a consolarlo. Papá aún no sale de ese baño. Yo me he escondido, cobardemente, en el armario. Abuela, ¡los pasos! Fueron ellos, pero nadie lo cree, me toman por perturbado.

No sé de haber gritado que me habría pasado. Pero sé que no estaría aquí amarrado. Yo no estoy loco, no me lo digan, que no estoy loco. Ustedes no se creen la pesadilla, porque suena a cuento inventado. Pero les digo, les digo que pasó y ya ha pasado.

(-Enfermera, por favor, suelte un poco más las correas que me están asfixiando.
-Tranquilo, tranquilo. Está en buenas manos).

3 comentarios:

  1. Realidad y ficción, dónde termina una y comienza la otra? ... "Por qué me miran a mi? Si ustedes son los locos"tvb

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  2. :O que buen escrito! genial!... no se si te gustan las obras de Fabio Rubiano... demás que si... me recordaste a "cada vez que ladran los perros" te la recomiendo...

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  3. Locura y muerte, que coctelito tan elegante... ¡Alegría!

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